En Algarrobo, la indiferencia y el conformismo han sido dos grandes enemigos del cambio. La corrupción ha sido una sombra persistente que muchos vecinos prefieren ignorar, creyendo que sus efectos son lejanos y ajenos a sus vidas cotidianas. Sin embargo, la verdad es que la corrupción afecta a todos, porque desvía recursos, genera malas decisiones y perpetúa la desigualdad en la gestión de la comuna. Pero, mientras no se sienta ese impacto de manera directa, mientras se sigan eligiendo autoridades por clientelismo o compromisos familiares, y mientras dependamos de esos votos que van y vienen desde Santiago con la única motivación de respaldar a un signo político, la posibilidad de un cambio real se ve muy lejos.
Esta dinámica se ha repetido elección tras elección. Las redes de favores, los lazos de parentesco y los santiaguinos que solo tienen una visión parcial y desinformada de los problemas de la comuna, han sido piezas clave para sostener un sistema que necesita urgentemente renovarse. Algarrobo ha dependido demasiado tiempo de quienes no ven la comuna como su hogar permanente, sino como una parada temporal entre Santiago y la costa, quienes en el proceso de votar se guían por lealtades políticas o compromisos familiares, en lugar de evaluar los problemas y las soluciones que realmente se necesitan, fundamentalmente las sociales, que son las que afectan la vida de las personas, su bienestar y desarrollo.
Pero no todo está perdido. Afortunadamente, en esta ocasión, la luz de esperanza ha comenzado a brillar con la reciente conformación del concejo municipal. Por primera vez, Algarrobo cuenta con un concejo que tiene algo importante que decir. Un grupo de concejales que parece dispuesto a enfrentar con determinación los problemas de la comuna, a cuestionar lo que antes se daba por hecho y a llevar a cabo una fiscalización activa y comprometida. Esta nueva composición del concejo es una oportunidad para darle un giro a la política local y comenzar a forjar un cambio real.
El desafío que enfrenta este nuevo concejo no es menor. Necesitan romper con años de malas prácticas políticas arraigadas, de decisiones opacas y de prioridades mal planteadas, pero sobre todo, necesitan la colaboración y el respaldo de los vecinos de Algarrobo. No solo de aquellos que han votado por un cambio, sino también de quienes han sido complacientes con un sistema que ya no puede seguir siendo sostenido.
Es fundamental que los habitantes de Algarrobo entiendan la importancia de este momento. La renovación del concejo debe ser vista como un primer paso para abandonar el estancamiento en el que la comuna ha vivido por años. Sin embargo, para que esta esperanza se concrete, es necesario que los ciudadanos se involucren, exijan y fiscalicen, que se atrevan a cuestionar y a ser críticos, y que dejen de ver la corrupción y la falta de transparencia como algo que no los afecta directamente.
Si bien el camino hacia el cambio es complejo y está lleno de obstáculos, este nuevo concejo ha encendido una luz en medio de la oscuridad. Y eso, por sí solo, ya es motivo suficiente para creer que un futuro distinto es posible.