ALGARROBO ESTOY AQUÍ, ALGARROBO ESTOY AHORA

Por Hugo Jiménez V.

Artículo de Opinión

A un año de las elecciones municipales comienza a sonar el río y claramente es porque piedras trae. Comienzan las reuniones y se echan a andar los motores de las máquinas políticas. Los egos y ambiciones florecen como la mala hierba de primavera, esa que no deja ver las flores.

Pensando en cómo poder aspirar a ganar una elección con personas distintas a los "mismos de siempre", quienes ya tuvieron todas las oportunidades del mundo en casi 25 años de gobiernos comunales ineficientes que no han conseguido nada, la conclusión no es fácil y por el contrario, plantea más interrogantes.

25 años de elecciones ganadas, confirman que emprender un desafío de esta naturaleza es casi épico, una epopeya y por desgracia un dato duro.

Pero qué hace tan difícil que otra opción distinta a "los mismos de siempre" tenga alguna posibilidad de éxito considerando incluso un descontento desbordante en la gente.

¿Será que los programas de gobierno municipal que estos candidatos presentan a la comunidad, son totalmente insuperables e inmensamente superiores al del resto de los aspirantes?

¿Quiénes leen un programa de Gobierno comunal?

¿Decidirán grandes programas y majestuosas ideas el resultado de las elecciones municipales en Algarrobo?  Yo creo que no.

Pienso que más bien se trata de grandes maquinarias políticas, cuidadosamente aceitadas que operan a la perfección, pasando por encima de todo lo importante que un elector debiese considerar a la hora de votar y sumado a esto, un duopolio concertado, represetados en el arcoiris político del concejo, en donde sus dirigentes transversalmente cómodos e instalados, se encuentran satisfechos con la repartija de la torta e incluso es más, viajan todos juntos de vacaciones a europa.

Sin embargo, en mi humilde opinión, en Algarrobo el problema hace mucho rato dejó de ser sólo político partidista e ideológico, pues no es más que una decisión consciente o inconsciente del electorado. El problema de Algarrobo es más profundo y se enmarca en una ausencia casi total de valores universales.  

Hablo simplemente de hacer bien la pega porque ese es mi compromiso , sin pagar ni deber favores. Hablo de lealtad, solidaridad, transparencia, probidad, respeto por el otro y por el trabajo en equipo. Hablo de tener una municipalidad con mística y comprometida, con personas capacitadas para sus tareas y vocación de servir. Hablo de autoridades al servicio de la gente. Hablo de respetar la dignidad de las personas y proteger el medio ambiente como objetivo central.

Si tan solo fuéramos capaces de hacer bien la pega, no requeriríamos siquiera de ideas rimbombantes para sacar adelante Algarrobo.

Algarrobo necesita con urgencia abrazar un camino de valores, es lo único que lo sacará del estancamiento y lo proyectará a un futuro mejor. Algarrobo necesita entender que su riqueza está en su gente y no en esos monstruos de cemento que no representan en nada la realidad de vida de sus habitantes. Si el desarrollo inmobiliario no impacta positivamente en la vida de los vecinos y vecinas, ¿de qué sirve?. Es como construir una plaza con juegos infantiles en un pueblo de ancianos en donde los juegos ya sólo habitan en rincones de la memoria y la nostalgia.

Debemos entender que los protagonistas de esta historia son los vecinos y vecinas. Toda idea y todo proyecto deben ir encaminado a ese interés, el que finalmente nos permitirá encontrar un camino de desarrollo armónico y sustentable. 

Es tiempo de construir una nueva casa, que nos una y reuna a todos y que nos permita compartir y habitar con esperanza y no con resignación nuestro entristecido Algarrobo.

Yo quiero un Algarrobo feliz, mirarlo fijamente a los ojos y perderme en una mirada transparente. Yo quiero un Algarrobo en donde pueda mirar a mi vecino y vecina, con la confianza y la alegría de saber que juntos caminamos con un mismo rumbo.

Algarrobo estoy aquí, Algarrobo estoy AHORA.