La Academia
Sueca otorgó el galardón al músico "por haber creado una nueva expresión
poética dentro de la gran tradición americana de la canción".
“Algarrobo
Digital” celebra este premio y quiere hoy compartir con los viejos de espíritu
joven y rebelde de los años 60´ las célebres canciones que en sus letras, en
tiempos en que una juventud aspiraba a nivel mundial a una paz permanente con cambios en el orden social y económico,
marcaron un hito inolvidable de soñar por un mundo mejor.
La sorpresa
en los mundos de las letras y la música solo puede ser comparable a la que
seguro ha sido una legendaria, hipnótica, imbatible sonrisita pícara del
galardonado al enterarse, perdido como siempre en su gira interminable
alrededor del mundo, al margen del mito.
Era el eterno aspirante, así como un
recurrente chiste entre los más escépticos y, sobre todo, más ortodoxos. ¿Un
músico, cuya única obra en prosa fue un fracaso, cosechando el mayor de los
premios literarios? Imposible. Pero lo imposible –y vivir a contracorriente- es
lo que mejor se le ha dado a este compositor que cambió como nadie el concepto
de canción popular en el siglo XX, añadiendo una particular dimensión poética a
la música cantada. Y tan importante como ese determinante hecho: su influencia,
reconocida por los Beatles, los Rolling Stones, Bruce Springsteen y cualquier
icono del rock y el pop que venga a la cabeza, no ha hecho más que crecer a
medida que ha pasado el tiempo. Ahora, con este premio, y tras haber recibido
antes el Pulitzer o el Premio Príncipe de Asturias de las Artes, la onda
expansiva da para otro siglo.
El bing
bang comenzó a principios de los años sesenta, cuando un Dylan muy joven abandonó
su pueblo de Minnesota para trasladarse a Nueva York con el fin de dedicarse a
la música y conocer en persona a su ídolo musical Woody Guthrie. Provisto de
una gorra y una guitarra acústica, incluso inventándose parte de su biografía,
recaló en Greenwich Village, el bohemio barrio de Manhattan poblado de cafés y
clubes donde conoció ya la palabra afilada de los combatientes cantautores Pete
Seeger, Ramblin' Jack Elliott o Dave Van Ronk.
Componía a
partir del contacto con ellos pero también de la poesía de los surrealistas
franceses, especialmente de Arthur Rimbaud, y devorando la prensa diaria, que
le daba combustible para esas primeras canciones que cambiaron la cara del folk
norteamericano y le dieron un carácter contestatario sin renunciar al aspecto
poético.
Composiciones
como Blowin’ in the wind, Masters of War, The Times They Are a Changing, A Hard
Rain's a-Gonna Fall, Mr Tambourine Man o Chimes of Freedom llegaron al corazón
de la generación de los sesenta, donde se fraguó la contracultura. “Venid
senadores, congresistas, por favor oíd la llamada, / y no os quedéis en el
umbral, no bloqueéis la entrada, / porque resultará herido el que se oponga, /
fuera hay una batalla furibunda, / pronto golpeará vuestras ventanas y crujirán
vuestros muros, / porque los tiempos están cambiando”, cantaba en 1964
con su voz nasal en The Times They Are a Changing, anticipándose al revuelo
social y político de Norteamérica.
Fueron en
esos primeros sesenta, en su tránsito diario de trovador por Greenwich Village,
cuando conoció a los poetas beat. Aquello determinó aún más su visión
literaria, a la que impregnó de una fuerza contracultural más incisiva, repleta
de instinto y mordiente. Se relacionaba con Jack Kerouac, Neal Cassady, William
Burroughs, Herbert Huncke, John Clellon Holmes o Allen Ginsberg, pero aún más
importante: había vasos comunicantes. Dylan se fijaba en ellos, pero ellos
veían en él al portavoz generacional, sorprendiéndose de su capacidad de captar
la agitación, la desorientación, los desamparos y los ideales de aquellos
convulsos sesenta.
Con sus más
de seis minutos de canción, rompiendo en 1965 el molde de single y reventando
el concepto de radio comercial, Like a Rolling Stone conquistó el territorio de
la ruptura generacional de los sesenta, más que cualquier novela, obra de
teatro o película. Como dijo el poeta estadounidense David Henderson, no se
trataba de una canción, sino de “una epopeya”.
Invitamos
a nuestros lectores a oír en dos versiones la famosa canción “La respuesta está
en el viento.” (Blowing In The Wind Live). La primera versión en vivo de la televisión
de marzo 1963, subtitulada en castellano y luego en la otra se oye la voz acompañada traducción con acompañamiento de imágenes.
Ahora te invitamos a:
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Excelente idea incorporar esta noticia. Es realmente un cambio de política de una forma más amplia de ver el arte de la literatura. Hay compositores de canciones cuyas letras son poesía de gran riqueza y la superan puesto al frío texto de letra muerte, le dan vida con la música. He disfrutado lo que ustedes han colocado en que se pude ir leyendo el texto junto con la música. Felicitaciones, no terminan nuca de sorprendernos. Gran diario. Ya pasaron las 200 mil visitas que para Algarrobo es altísimo.
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