“Las Fábulas
Terrestres” hablan de las cosas que pasan aquí, allá y en todas partes. He elaborado una serie de relatos y artículos que
tienen que ver, tanto con la protesta o la denuncia de aquellas cosas o
situaciones que nos atañen a todos, como con la ironía y el sentido del humor.
Mi perspectiva es la de quien no quiere arrinconarse en las rabias permanentes,
ni en las gastritis o en gastarse una fortuna en tratamientos para la
bilis. Sostengo la premisa de que tomarse demasiado en serio
es malo para la salud, y que es mejor combinar las quejas y descontentos con
buenas dosis de humor y siestas a pierna suelta.Espero que se diviertan y les alcance para reflexionar. Alien Carraz.
Lo dicho, el sentimiento más común y esparcido
sobre nuestra larga franja de tierra es la
desconfianza. Nos hemos vuelto cada vez más cínicos porque las otrora
estupendas bondades de la franqueza, la honestidad y las buenas
costumbres, parecieran ser hoy cosa de
algunos cuantos pajarones que pasan a
ser las víctimas perfectas de los sinvergüenzas que pululan por todas partes.
En el whatsapp
de los propietarios de la parcelación donde con mi mujer adquirimos la “parcelita soñada” en Algarrobo para
construir nuestro hogar y un futuro encantador, se intercambian protestas,
quejas, rabias, frustraciones y amenazas de demandas, mucho más alguna otra
cosa simpática o fraternal que tenga que ver con la “alegría fabulosa” de convivir en una parcelación con vista al mar.
El tema
recurrente de los whatsapp es que “no hay agua” o que “no hay luz” o que “se
entraron a robar” o que “los de la inmobiliaria son unos estafadores”.
Pero, lo dicho hasta aquí es igual de novedoso que
contar que el maestro Lucho nos dejó la pega a medio hacer, que se fue con el
anticipo y que está inubicable en un teléfono que no contesta ni recibe
mensajes.
En este país estamos cercados por una red de gente
cuya moral es la misma que se requiere para ser defensa en la pichanga del
domingo: pasa la pelota, pero los dos
juntos nica.
Aquí, todos piden anticipo, y después que uno lo
entrega, lo más recomendable son las oraciones. Hay veces que se tiene suerte y
el maestro ¡increíblemente! regresa con todo lo que dijo que iba a comprar… ¡un
milagro! Claro que después hay que volver a las oraciones para pedirle al dios
que nos cubre las espaldas que ¡por
favor! el maestro termine la pega antes de desaparecer.
Que quede bien o mal, ya es casi lo de menos.
Lo otro malo que nos acecha es que todo pasa tan de
prisa en esta sociedad digital, global y consumista, que solo las tragedias,
los ríos de sangre, los terremotos con centenas de muertos o los
goles de Alexis Sánchez, son las noticias que sobreviven unos cuantos días
en el interés de la gente. La vorágine de información es tan enorme que esa
misma dinámica no permite seguirle el paso a muchas de las cosas en las que nos
gustaría detenernos para racionalizar, intercambiar ideas, analizar y proponer,
para, por ejemplo, sostener la
presión para que las cosas cambien.
En este mismo medio aparecen bloques de información
que traen quejas, ideas y propuestas, pero que rápidamente son desplazadas por
nuevos bloques de información hasta hacerlas desaparecer en la sección de “entradas antiguas”. O sea, todo es una
sucesión de cosas que pasan, y no lograremos que “los encargados de hacer las
cosas bien” se pongan rojos de vergüenza y cumplan con lo suyo, porque lo
que los denuncia como incompetentes, ineptos y flojos, se desplaza rápidamente
a un sótano que nadie lee.
Las denuncias (y también las propuestas) se pierden
en la niebla del silencio y “los encargados de hacer las cosas bien” saben
perfectamente que sólo hay que hacerse el
gil por unos cuantos días para que
otra cosa más importante (del momento) los regrese a los segundos planos y nadie se acuerde de recordarles sus
incompetencias. De la colusión del papel de baño ya nadie tiene memoria y hasta
retaron a Vidal por ¡acordarse demasiado!
del bicampeonato. Es decir, de una cosa se pasa a la otra ininterrumpidamente,
como las olas del mar.
Así, por ejemplo, “los encargados de hacer las cosas bien” no se tomaron la molestia
de estudiar, analizar y calcular qué tipo de camiones y qué porte de
basureros eran necesarios en la Calle del Medio de Algarrobo-por nombrar un
lugar que me es común- ni cuánta población podría haber en el sector, ni qué
tipo de usuarios, ni qué condiciones de ocupación, ni cual incremento de
personas por vacaciones y fines de semana (cortos y largos), ni nada de nada.
Algún “especialista”
de estos encargados, se fue por lo
estándar y listo. Resultado: los cuantos basureros en pésimo estado están cada
fin de semana sobrepasados absolutamente, abarrotados con basura desparramada
por la calle, que contiene no sólo los desperdicios que los visitantes producen
a lo bestia en los wikenes de asados,
fiestas y otras comilonas, sino también aportan grandes cantidades de
desperdicios de materiales de construcción producto de arreglos y
remodelaciones en las casas, como también de colchones, televisores viejos,
refrigeradores, muebles varios y otras cosas como parte de la renovación de implementos
para el veraneo.
Los maestros de las obras se van derecho con los
sobrantes de materiales a los basureros. Y si son los encargados de jardinear
en alguna parcela, aportan tierra inservible, ramas y otros desechos. Lo peor
es que ni siquiera los tiran adentro de los contendores sino derechamente en el
suelo.
El sentido común brilla por su ausencia…¿Y la
responsabilidad social de la gente?…¡por favor!
¿Y los camiones de la basura? Esa es otra de las
anarquías propias del sistema que tienen como costumbre pasar cuando se les da
la gana y a las horas menos apropiadas.
Los otros que se suman al baile de esta
desorganización, son los perros,
que hacen de los basureros su fuente de alimentación y que no sólo desparraman
la basura sino también la llevan a los potreros donde el viento se encarga de
repartirla en todas direcciones.
De seguro, alguno de los voceros de “los nuevos encargados de hacer las
cosas bien” en el tema de los basureros, optará por pasarle las vergüenzas
a la administración anterior, y así…la bola seguirá rodando.
Lo feo de todo esto es que todos nosotros nos vamos
acostumbrando a observar estas cosas como si no nos atañeran en lo absoluto y
ellas fueran parte de una realidad cotidiana y aceptable; como cuando nos
ponemos en una larga fila frente a 3 ventanillas del banco y una sola de ellas
atendiendo al público.
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Una visión certera, mezclada con algo de humor e ironía, que suaviza así una realidad que tiene a Algarrobo en el estancamiento. Lo que el vecino relata es lo que sucede en todo, la informalidad, la falta de cumplimiento a los compromisos, la apatía. Y como concluye el señor Carraz lo peor de todo es que esta pésima actitud es altamente contagiosa. Con el tiempo todo nos da lo mismo y esperamos con santa paciencia que todo lo resuelvan los que están a cargo de ello aunque sabemos que no harán nada. Con el cambio de alcalde y cuatro nuevos concejales quizás vengan cambios efectivos.
ResponderEliminarFelicitaciones. Verdades que de una forma simpática espero que lleguen a donde deben llegar. Algarrobo vive o mejor dicho sobrevive con los ojos cerrados, espera pasivamente la llegada de los turistas gracias a la riqueza de su naturaleza en una inercia que irrita. Los que deben hacer lo racional, andan ocupado en pequeñeces y de visitadores sociales, como lo escribe el señor Carraz en Algarrobo definitivamente "El sentido común brilla por su ausencia"
ResponderEliminarSr. Carraz, tenga piedad de nuestras neuronas, no nos obligue a mirar, pensar y hacer bien las cosas, nuestro cerebro podría colapsar en cualquier momento.
ResponderEliminarEspero, Sr. Santis, que dada la condición en que se encuentran sus neuronas, no haya tenido la mala idea de postular a un cargo público
EliminarSr. Carranz, y no una sino dos veces, ambas fallidas pero siempre en la búsqueda de hacer aportes concretos, además de entregar opiniones en distintos medios que pretenden ser inteligentes. Me presento, soy uno más de los "antiguos iluminados" que trata desde hace casi 20 años rescatar Algarrobo de su atraso.
EliminarEn Algarrobo lo que hay es lo que hay, no podemos pedir peras al olmo. Muy ajustada a la realidad del señor Carraz. Debe averiguar quienes son iluminados en Algarrobo y presentar solicitud de admisión, por lo que he leído tiene méritos más que suficiente.
ResponderEliminar"Iluminados" es una palabra bastante difícil de digerir. Los cargos públicos están para ser ocupados por personas honestas, con vocación de servicio y que tengan, especialmente, competencia y capacidad de gestión.
ResponderEliminarEspero que el Sr. Santis no se rinda a la frustración y sí se renueve en sus intentos por aportar sus ideas. 20 años es mucho, aunque para el tango no es nada.
Agradezco a Juan Pablo que tenga una buena opinión de mi persona, pero lo único iluminado que hay por estos lados es la pantalla de mi computador.
Sr. Carraz "Iluminados" es la denominación graciosamente creada por el alcalde anterior Sr. Galvez para referirse a los santiaguinos avecindados en Algarrobo, generalmente jubilados, buenos para escribir en los blogs sobre asuntos de interés general e interesados en el desarrollo de la comuna. Al parecer más allá del brillo de la pantalla de su computador usted es también uno de los nuestros, bienvenido.
ResponderEliminarMucha gracias Sr. Santis por su cordial bienvenida y por su estupendo sentido del humor a pesar de los 20 años de lucha. Me alegra que se refiera a los (buenos) jubilados con ganas de escribir e interesados en el desarrollo de la comuna. ¡Son necesarios e imprescindibles! Yo también soy jubilado, pero ¡nunca lo he sido!. El monto exorbitante de mi jubilación vía AFP no me permite tales lujos asiáticos.
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