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sábado, 1 de abril de 2017

BOLETÍN LITERARIO N° 231: Selección de párrafos. SECCIÓN LITERARIA – “El AFRICANO” de J.M.G. Le Clézio

Para quienes gustan de la buena literatura
Boletín literario preparado por Eduardo Trucco B. (*) en el cual ofrece una selección de párrafos, invitando a compartirlos y comentar. 


El Africano
“EL AFRICANO”. J.M.G. Le Clézio. Adriana Hidalgo, Editora. Buenos Aires, 2008. Escritor francés, nacido en Niza el año 1940. Ha escrito ensayos y novelas; ha recibido diversos premios, y el Nobel de Literatura el año 2008. (Las iniciales J.M.G. significan Jean-Marie Gustave.) El, padre del autor vivió y trabajó muchos años en Nigeria, África; el autor también vivió allá, pero regresó antes a Francia.

J.M.G. Le Clézio
Resumen del libro: Jean-Marie Gustave Le Clézio, ganador del Premio Nobel de Literatura, está considerado el más grande escritor vivo en lengua francesa. En "El africano", Le Clèzio cuenta su infancia en el África colonial, las relaciones con su padre y con el exhuberante entorno geográfico y humano del continente negro. "Durante mucho tiempo imaginé que mi madre era negra. Me había inventado una historia, un pasado, para huir de la realidad, a mi regreso desde África a Francia, donde no conocía a nadie, donde me había convertido en un extranjero. Más tarde descubrí, cuando mi padre, al jubilarse, volvió a vivir con nosotros en Francia, que el africano era él. Fue difícil admitirlo. Debí retroceder, recomenzar, tratar de comprender. En recuerdo de todo eso he escrito "El africano", dijo este notable escritor.
  1. Todo ser humano es el resultado de un padre y de una madre. Se puede no reconocerlos, no quererlos, se puede dudar de ellos. Pero están allí, con su cara, sus actitudes, sus modales y sus manías, sus ilusiones, sus esperanzas, la forma de sus manos y de los dedos del pie, el color de sus ojos y de su pelo, su manera de hablar, sus pensamientos, probablemente la edad de su muerte, todo esto ha pasado a nosotros. Pág. 7.

  2. Allí aprendí a olvidar. Pág. 10.

  3. En África, el impudor del cuerpo era magnífico. Pág. 13.

  4. En esa época estaba muy lejos de los adjetivos, de los sustantivos. No podía decir, ni siquiera pensar: admirable, inmenso, potente. Pero era capaz de sentirlos.

  5. …las siluetas anchas de las mujeres, los niños colgados de sus caderas, todo esto formaba un conjunto coherente, desprovisto de mentira.

  6. África era el cuerpo más que la cara. Era la violencia de las sensaciones, la violencia de los apetitos, la violencia de las estaciones. Pág. 17.

  7. Sin embargo era la libertad total del cuerpo y del espíritu. Pág. 21.

  8. Todavía hoy, cuando veo imágenes de África, los grandes parques de Serengeti o de Kenia, siento un vuelco en el corazón y me parece reconocer la llanura por la que corríamos cada día, en el calor de la tarde, sin objetivo, como animales salvajes. Pág. 32.

  9. Sí, creo que nunca había conocido tales momentos de intimidad, tal mezcla de lo ritual y lo familiar. Pág. 46.

10. (refiriéndose a su padre, médico) …se había vuelto irritable debido a la teofilina que tomaba para luchar contra sus crisis de asma, y la soledad lo había amargado por haber vivido todos los años de la guerra apartado del mundo, sin noticias de su familia, imposibilitado de abandonar su puesto para ir a socorrer a su mujer y a sus hijos y hasta de enviarles dinero. Pág.49.

11. Largos años de alejamiento y de silencio, durante los cuales siguió ejerciendo su oficio de médico en urgencias, sin medicamentos, sin material, mientras en todo el mundo la gente se mataba entre sí. Pág. 50.

12. (refiriéndose a su madre y a las mujeres que estaban sin sus maridos, durante la guerra) …la fuerza que esa inhumanidad hacía nacer en ella. Pág. 51.

13. Había elegido otra cosa. Por orgullo, sin duda, para huir de la mediocridad de la sociedad inglesa, también por gusto de la aventura. Y esta otra cosa no era gratuita. Pág.53.

14. En cuanto a mi madre, ella era la fantasía y el encanto. Pág. 57.

15. Sin duda, en el momento de su partida tenía una determinación que nunca lo abandonó. No podía ser como los otros. No podía olvidar. Pág. 63.

16. En sus fotos aparecían la soledad, el abandono, la impresión de haber llegado a la orilla más lejana del mundo. Pág. 65.

17. Un mundo misterioso y frágil… Pág. 66.

18. Sonrió apenas y creo que dijo: “Hace diez años hubiera ido”.  Era demasiado tarde, el tiempo no se remonta ni aun en los sueños. Pág. 68.

19. …ese hombre no podía sino sentir náuseas por el mundo colonial y su injusticia presuntuosa, sus cócteles parties y sus golfistas de traje, su domesticidad, sus amantes de ébano, prostitutas de quince años que entraban por la puerta de servicio, y sus esposas oficiales muertas de calor que por unos guantes, el polvo o la vajilla rota descargaban su rencor en la servidumbre. Pág. 74.

20. Hay misterio y salvajismo, a pesar de la playa y a pesar de las palmeras. Pág. 76.

21. …y en todas partes, en los caminos, en los pueblos, los mismos rostros, las mismas risas de chicos, la misma despreocupación indolente. Pág. 77.

22. Era un país de horizontes lejanos, con cielo más vasto y extensiones inabarcables. Mi padre y mi madre sintieron allí una libertad que nunca habían conocido en otra parte. Pág. 89.

23. …un África real, de gran densidad humana, doblegada por la enfermedad y las guerras tribales. Pero también fuerte e hilarante, con sus innumerables chicos, sus fiestas bailadas, el buen carácter y el humor de los pastores que encontraban por los caminos. Pág. 93.

24. La proximidad del sufrimiento lo fatigaba… Pág. 111.

25. Trato de imaginar lo que podía haber sido, para un niño de ocho años, que había crecido en el encierro de la guerra, ir a la otra punta del mundo para encontrar a un desconocido al que le presentaban como padre. Y que fuera allí, en Ogoja, en una naturaleza donde todo era excesivo, el sol, las tormentas, la lluvia, la vegetación, los insectos, un país a la vez de libertad y limitación. Pág. 118.

26. Aún lejos de Banso mi padre no podía ignorarlo. Debía de sentir el paso del tiempo como la ola que se retira abandonando la playa del recuerdo. Pág.125.

27. Mucho tiempo después me sentí atormentado por el poema de Chinua Achebe, Navidad en Biafra, que empieza con estas palabras:
                               No, ninguna Virgen con el Niño podrá igualar
                               El cuadro de la ternura de una madre
                               Hacia ese hijo que muy pronto deberá olvidar. Pág. 128.

28. A esa África quiero volver sin cesar, a mi memoria de niño. A la fuente de mis sentimientos y de mis determinaciones. Pág. 129.

29. Todo está tan lejos y tan cerca. Una simple pared fina como un espejo separa el mundo de hoy del mundo de ayer. No hablo de la nostalgia. Esa pena desamparada nunca me causó placer. Hablo de sustancia, de sensaciones, de la parte más lógica de mi vida. Pág. 133.

30. Algo me fue dado, algo me fue quitado. Lo que está definitivamente ausente de mi infancia: haber tenido un padre, haber crecido al lado de él en la dulzura del hogar familiar.

31. Cuando un hombre, día tras día, mira cambiar la luz en el rostro de la mujer que ama, cuando espía cada resplandor furtivo de su hijo. Todo esto, que jamás ningún retrato familiar ni ninguna foto podrá captar.

32. Pero me acuerdo de todo lo que recibí cuando llegué por primera vez a África: una libertad tan intensa que me quemaba, me embriagaba y la gozaba hasta el dolor.

33. Ese tesoro está siempre vivo en el fondo de mí y no puede ser extirpado. Mucho más que de simples recuerdos, está hecho de certezas. Pág. 134.

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(*) Eduardo Trucco Burrows, es abogado de la U. de Concepción. Reside en Algarrobo, en el condominio “Campomar” (camino a Tunquén).Ha estado ya casi dos años interviniendo por la defensa y protección de los ecosistemas de la playa de Tunquén, contra la invasión de inmobiliarias y demás personas que no tienen escrúpulo alguno en destruir toda la playa, el humedal y el santuario de la naturaleza. Lo que se presenta es un trabajo sencillo: leer obras escritas en español, subrayar lo que nos parece interesante, bello, atractivo, divertido o sorprendente; enseguida, haciendo una cuidadosa selección de todos los párrafos que se ha subrayado, se traspasan las citas – generalmente sin comentarios – al boletín.

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1 comentario:

  1. El tiempo pasa, corre, no nos espera, no sabemos controlarnos, nos arrastra ... Por eso me quedo con la siguiente frase:18. Sonrió apenas y creo que dijo: “Hace diez años hubiera ido”. Era demasiado tarde, el tiempo no se remonta ni aun en los sueños. Pág. 68. Me encantó esta sección. Gran diario para Algarrobo. Sale de la mediocridad. Un acierto.

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