Artículo de
Opinión
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el pensamiento ni la línea editorial de este Diario)
Fernando Alfaro Bravo
Administrador
Publico. Magister Políticas Pública
Hace un par de semanas me
enfrenté al mayor desafío deportivo en el cual he participado. Recorrer 80
kilómetros de distancia en trail running, una actividad deportiva que realizo
hace algunos años. El miedo de correr esos kilómetros en la cordillera me hizo
pasar una pésima semana. No lograba conciliar el sueño, miles de ideas pasaban
por mi cabeza. Si iba a poder terminar, que no me ocurriera un accidente,
etc.
Debo reconocer que siempre he convivido con ciertos temores que me imagino todos tenemos, pero creo que estas últimas semanas nos hemos enfrentado al mayor de los miedos que podríamos tener: que los narcos se tomen el poder.
Lamentablemente, lo que hemos
visto en comunas como San Ramón, San Joaquín y otras ya no son de
extrañarnos. El dinero y el poder de los
narcos comenzaron a tomar fuerza en algunas esferas del poder político. Podrá
parecer exagerado escribir sobre esto, pero de seguro lo mismo en la Colombia
de los años 80 y en el México de finales de los 90 cuando el poder de la
policía comenzó a retroceder y los narcos comenzaron a dominar sectores
pequeños. Los narco comenzaron a ganarse
el respeto y apoyo de la población, no
por la vía del miedo, si no que por la ayuda económica que les prestan. Si un
niño o un adulto mayor está enfermo, ellos están para auxiliarlos con
medicamentos, dinero para la consulta, exámenes. Si alguien fallece, ellos aportan para cubrir
los gastos del funeral, es decir, están cumpliendo un rol social, y por lo
tanto, los protegen y defienden.
En la película Los Intocables,
el personaje Jim Malone (que interpretaba Sean Connery) le dice a Eliot Ness
que el verdadero problema no es saber dónde está el contrabando, el verdadero
problema es ¿quién se quiere meter con quienes contrabandean? Esta interrogante
cada días tiene más sentido y parece que, lamentablemente, cada día es más
real.
Cuando por algún motivo
recorro poblaciones, cada uno de los habitantes honestos de ellas saben
perfectamente quienes son y donde trafica la droga, entonces la pregunta
es, si ellos saben ¿Por qué la policía y
las autoridades no actúan en contra de quien envenena nuestra sociedad? y no
hablo solo de la marihuana, porque quienes crean que ese es el problema, están
equivocados.
Comencé esta columna hablando
del miedo, de un miedo bastante infantil en comparación a los temores que viven
hoy miles de chilenos que están a merced de los narcos, de esos que hoy dominan
sus vidas contratando a sus hijos como soldados, quienes terminaran muertos por
una bala de alguna banda rival o por el consumo de droga. Lo más complejo de todo esto, es que hoy
como Estado y como Sociedad no hacemos nada real por dar término a este cáncer
que nos aqueja. Que terrible seria algún día ver un narco como Alcalde,
Diputado o Senador.
Pablo Walker, Sacerdote
Jesuita y capellán del Hogar de Cristo, nos dice que hoy en algunas poblaciones
es un acto heroico no vender drogas,
entonces el Estado debe ir al rescate de estos héroes que cada noche deben
esconderse de las balas de los narcos, de los fuegos artificiales que anuncian
la llegada de la droga en algún punto de la población, y que deben ver como
cientos de vecinos circulan como zombis a la espera de una moneda para “pegarse
un pipazo” (pasta base) que los vuelva a ese mundo paralelo.
¿Cómo llegamos a esto? Podemos
en otra columna teorizar sobre los motivos, pero en este momento lo importante
es que nos enfoquemos en cómo lo derrotamos en conjunto como sociedad y como
Estado, que este último deje de mirar al techo y deja de construir multicanchas
pensando que una cancha de cemento en medio de la desolación permitirá a
nuestros jóvenes salir del desamparo en el que se encuentran como lo dice la
canción de Los risioneros…..Pateando Piedras
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Una advertencia digna de aplaudir. Ya estaba echando de menos el articulo de don Fernando. ¿Cual es la situación en Algarrobo?
ResponderEliminarLa respuesta a esa consulta, la tienen la PDI y Carabineros, sin duda alguna. Ellos saben, mejor que nadie en Algarrobo, de donde viene, quien recibe y distribuye, y quiénes compran. El problema no es ese; es quien se atreve a plantear la denuncia, para que las policías hagan trabajo de seguimiento, juntar pruebas que para la ley sean irrefutables, detener, y fiscalía procesar. Y que el juez acepte las pruebas y que no dicte veredicto de inocencia, cuando todo el mundo sabe que los imputados son culpables.
EliminarLa actual legislación deja mucho que desear respecto de este tema, como de tantos otros. Una profunda re-reforma se hace, a la vista de lo que estamos a diario viviendo, urgente.
El narco parte por ahí; socavando las bases de la democracia. Y, lamentablemente, Ya lo están haciendo.
Días atrás en este mismo medio se publicó una columna de opinión del padre Berríos. El problema es el sistema, que destruyó valores y que visualiza como exitoso, todo lo vinculado al dinero o como el padre Berríos dijo Monetización.
ResponderEliminarAplausos al don Fernando Alfaro y a Algarrobo Digital por esta publicación. Un tema que toca el fondo del problema, una advertencia que no puede ser desoída. Estamos en presencia de un diario de categoría que sobrepasa el mero interés localista.
ResponderEliminarLos casos de México y Colombia dan una señal para reaccionar en Chile. Bien don Fernando cada semana nos coloca una lección y deja una tarea
ResponderEliminarYa echaba de menos esta columna. Nos coloca un tema muy importante y prioritario
ResponderEliminarFelicitaciones don Fernando. Muy buen articulo. Esperemos que haga reflexionar
ResponderEliminarSiendo tan pequeño Algarrobo ¿nada se puede hacer?
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