Artículo de
Opinión. Actualidad Nacional
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Columna de Opinión
“La vida del pesebre, nos
permite valorar lo que no tiene precio de mercado, sino que tiene valor en sí
mismo: la paz, el amor y la felicidad”
por Gonzalo Bravo Álvarez,
Párroco Iglesia La Matriz de Valparaíso,
Profesor Facultad d Teología U. Católica Valpo.
Las celebraciones navideñas
dejan emerger lo mejor que hay en muchos corazones; cada año somos testigos de
una oleada de deseos de amor, paz y felicidad. Pero, por otro lado, deben ser
los días que generan más estrés en quienes vivimos en la ciudad y en quienes se
someten a la liturgia del mercado. Quizás por eso estos deseos no llegan a
anidarse en lo más profundo de los corazones; aún más, pareciera que
experimentamos una contradicción elocuente: mientras más paz deseamos, menos la
expresamos con nuestros actos cotidianos.
Pero esa negativa
contradicción humana tiene un correlato con otra, que es positiva: la divina.
Sí, ya que Navidad es fiesta de silente contradicción porque es el recuerdo del
Creador que se hace creatura; es la memoria viva del Eterno que se hace tiempo;
es la rememoración de la manifestación del Poderoso que, habitando en el cielo,
se hace debilidad que llora en un pesebre. Navidad no tiene que ver solo con
los buenos deseos -a veces no realizados- de seres humanos, sino con el regalo
que significa que Dios se haga ser humano, cercano, hermano. En ese pesebre, el
rey es un niño; el mesías está en pañales y el salvador es sostenido en brazos
por una débil mujer campesina. La simplicidad y precariedad es sublime
manifestación de la humildad de Dios que comparte su naturaleza humana con cada
uno de nosotros.
Es esa contradicción la que
nos permite mirar nuestra vida con 'ojos de pesebre'. En esa mirada la
precariedad es oportunidad de solidaridad y justicia; la soledad es exigencia
de fraternidad; y, por último, la inmovilidad de ese niño-Dios es exigencia de
dinamismo personal y social para crear nuevas oportunidades para quienes hoy
viven precariedades. Si en ese pesebre de Belén, sucio y mal oliente como todo
pesebre, pudo nacer el Eterno, ¿por qué no disponer nuestra vida para acoger al
que quiere renovarlo todo sin quitarnos nada?
En este sentido, la
contradicción es dinámica de fe que nos permite ir más allá de lo que somos,
vemos y esperamos. En ese niño está la manifestación del amor de Dios que nos
envía a su Hijo para que podamos tener vida.La
vida del pesebre nos permite valorar lo que no tiene precio de mercado, sino
que tiene valor en sí mismo: la paz, el amor y la felicidad. La estrella de
Belén cumple plenamente su función de guía cuando quienes le miramos nos dejamos
mover por ella. Que la fe en este niño-Dios, nacido en la precariedad de un
establo, sea la fuerza revolucionaria que humanice tanta vana pretensión en
nuestra sociedad, especialmente el egoísmo, la avaricia y el poder. Una Navidad
solo rica en regalos, nos empobrece; una Navidad sin la mirada de pesebre
enceguece el corazón; una Navidad en la cual se contempla la pobreza del niño
Dios en Belén enriquece nuestra sociedad. Sólo así, quienquiera que sea,
creyente o no, podrá murmurar dentro de sí: Jesús nace por mí.
Fuente:
Diario El Mercurio de Valparaíso. Edición 25 diciembre 2017. Página · 8
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Magnifica la reflexión que ustedes han publicado hoy, en víspera de la noche de navidad. Aprovechamos como familia para agradecerles el gran servicio que aportar a la comunidad algarrobina. Terminaran con el silencio, Algarrobo hoy tiene ojos,oídos y voz. Un gran regalo. Vivimos en Algarrobo pero por trabajo de ambos estamos mitad de tiempo en Santiago y gracias a ustedes estamos siempre conectados.
ResponderEliminarMás allá de los dioses buena gente que habitan en algún paraíso muy lejos de las vicisitudes que pueblan el planeta Tierra y que se repiten desde que el hombre es hombre y la mujer es mujer, estas fechas sirven muy bien al propósito de despertar en nosotros lo mejor que tenemos para dejarnos ir a la causa de la generosidad, el compañerismo y llenarnos de amor por nuestros hijos, nuestras familias y por aquellos que sabemos que sufren y que tienen tan poco.
ResponderEliminarTambién, la Navidad puede servir para ceder el paso en los tacos, para ser más justos, para no dejarnos vencer por la tentación de ir más rápido que todos o hasta para estacionarnos donde no le quitemos derechos a nadie.
Me suma la Familia Benavides. Feliz Navidad a esta gran diario algarrobino y a toda la comunidad algarrobina, sean nacidos o allegados, veraneantes o residentes de temporada, todos, algarrobinos de corazón.
ResponderEliminarUn gran mensaje. Felices fiestas Algarrobo
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