Artículo de Opinión
(Las opiniones vertidas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las emite y no representan necesariamente el pensamiento ni la línea editorial de este Diario)
Si va a estar en la playa o de paseo por el campo, póngase algún sombrero, ojalá de ala ancha para que le proteja el cuello.
Alien Carraz
Vecino de Algarrobo, residente permanente
La temperatura en la superficie del sol es de unos 6.000°. Como en su interior se desatan inconcebibles explosiones de fusión nuclear (como la de Hiroshima, pero multiplicada por unas mil millones de veces), el sol, pierde, en cada segundo, el equivalente a 7 mil millones de toneladas de su masa. Es decir, y para ponerlo en términos muy simples, lo que se desintegra en cada segundo en su superficie es igual a 150 mil camiones gigantes de la minería.
Los números relacionados a los asuntos cósmicos son una cosa tremenda que cuesta una enormidad ponerlos en un contexto racional o comprensible.
Para lo que nos interesa, digamos que la energía liberada por estas explosiones del sol es la que se transforma en radiación solar, la que finalmente cruza el espacio sideral y en apenas 8 minutos recorre los 149.6 millones de kilómetros que separan al astro rey de la Tierra.
Al igual que la luz, viaja a 300.000 kilómetros por segundo.
No entraremos en demasiados detalles para definir que la energía solar es un conjunto de ondas electromagnéticas, de las cuales la principal es la luz visible (aquella que nos ilumina) y las otras esenciales son los rayos infrarrojos y los ultravioleta.
Estos últimos son los que conocemos como rayos UV. Hay 2 tipos principales de rayos UV y son los que inciden peligrosamente en el órgano más grande del ser humano:
UVA = son aquellos rayos invisibles que mantienen una misma intensidad los 365 días del año y las 24 horas del día. Igualmente, las nubes no los filtran ni bloquean. Conforman el 95% de todos los rayos UV.
Debido al debilitamiento de la capa de ozono por el exceso de producción de CO2 en la actividad humana, los rayos UVA nos alcanzan lo suficientemente fuerte como para alterar y/o degradar algunos componentes de nuestra piel como el colágeno, la elastina y la melanina. Estas alteraciones son las causantes del enrojecimiento, manchas, pérdida de elasticidad de la piel, arrugas y envejecimiento prematuro.
Lo peor de los rayos UVA es que no provocan daños inmediatos sino de largo plazo en aquellas personas que, sin saberlo, tienen un pobre mecanismo natural de defensa en su piel.
Por lo tanto, los dueños de estas condiciones tienen que usar alguna crema solar a partir de 50 SPF (en inglés Sun Protection Factor = Factor de Protección Solar) porque deben saber que los rayos UVA pueden atravesar la ropa delgada de verano, un cristal o hasta el parabrisas del auto.
UVB = son los más peligrosos porque son más intensos que los UVA y capaces de dañar y desnaturalizar el ADN de las células de la piel. Las consecuencias de esto no sólo se manifiestan en quemaduras sino también en enfermedades malignas como varios tipos de cánceres: melanoma, carcinomas de células basales o rugosas o de Merkel, etc.
Una ampolla causada por el sol durante la infancia o adolescencia duplica la posibilidad de tener un melanoma en algún momento de la vida. El riesgo aumenta si la persona tuvo cinco o más quemaduras de piel a cualquier edad.
Este artículo no intenta aterrorizar a nadie, pero sí poner énfasis en que el cuidado de la piel es hoy por hoy casi un asunto de vida o muerte y que ya no se puede tomar a la ligera como lo hace la mayoría de la gente que está de vacaciones en pleno verano cuando las condiciones del sol están en su etapa más agresiva.
He sido instructor de windsurf por 30 años y conozco perfectamente lo que significa estar bajo los rayos del sol durante buena parte del día tanto en Panamá, México, Estados Unidos, el Caribe como también en Chile. Desde el 2004 al 2014 tuve una escuela en Roatan (Caribe de Honduras) y he visto los daños en la piel en muchos de mis alumnos que se negaban a ponerse cremas porque “esas cuestiones son para las mujeres o para los blancuchentos de la ciudad”.
Por lo tanto, les recomiendo enfáticamente que protejan su piel con cualquier loción o crema que no supere el factor 50. Ningún protector solar sobre ese número es mejor que el de 50 SPF.
No importa que haya un sol esplendoroso o esté nublado, usted póngase crema igual. Se puede ahorrar muchas dificultades, feos tratamientos, gastos enormes y hasta horribles consecuencias.
Es muchísimo mejor ponerse la crema, como mínimo, 30 minutos antes de salir a la calle y volver a encremarse cada vez que sienta que su piel se “pone caliente” o cada 4 o 6 horas.
Si va a estar en la playa o de paseo por el campo, póngase algún sombrero, ojalá de ala ancha para que le proteja el cuello.
No se complique con la facha ni el qué dirán. Ni el amor ni la salud están para pendejadas de ese tipo.
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Felicitaciones al articulista y al gran diario de Algarrobo. Una información de gran importancia, presentada en forma documentada y amena.
ResponderEliminarClase magistral, con muy buenos consejos que todos deberíamos seguir, y en palabras que todos pueden entender. (PD: ahora entiendo el tonito caribeño del autor). Bieeeenn!
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