PROPUESTA PARA REVIVIR CONCURSO DE POESÍA: LA CULTURA A LA VANGUARDIA DEL VERDADERO DESARROLLO

Artículo de Opinión

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Urge potenciar la identidad cultural de Algarrobo. La creación literaria y la música de diferente audición, más allá del reggaeton, del baile de la zumba, del teatro humorístico de rutinas al estilo “Kramer” y de lo que ha presenteado. Un llamado a revisar en lo que estamos y hacia donde debe Algarrobo apuntar en su horizonte de la cultura y las artes..

Pablo Salinas (*)

Hace cinco años atrás, en 2013, se me ocurrió una idea, un proyecto, como una forma de potenciar la identidad cultural de Algarrobo: organizar un concurso de poesía de carácter nacional. Al no haber acá residencia de ninguna figura célebre de nuestras letras, me pareció que ya era hora de hacer un intento serio por sacar a nuestra Comuna de una posición secundaria dentro de la órbita de este "Litoral de los Poetas", y, de paso, volver a hacer sonar a Algarrobo como generadora de contenidos culturales a nivel nacional (como había sido, o al menos se había intentado muy seriamente hacer, hacía 7 u 8 años atrás, junto a Patricio Canessa desde el Departamento de Cultura Municipal).

Un evento como un concurso, con premios decentes y un jurado digno, podía ser una buena forma de marcar un camino para reforzar ya más definitivamente el vínculo de nuestra comuna con el ámbito de la creación literaria.

Tuve una suerte enorme al lograr seducir con mi propuesta y enrolar como jurados a dos figuras de ensueño, de primerísimo nivel: la poeta Damaris Calderón y nuestro siempre recordado Hernán Castellano, narrador y académico, ambos, además, habitantes de este mismo territorio y quienes, por tanto, se conectaron desde el primer momento de manera muy resuelta y comprometida con su labor de lectura y deliberación.

Se decidió, además, fijar un límite de edad para los participantes, de manera de concentrarse en los autores más jóvenes y así ofrecer una alternativa de despegue y difusión para aquellas nuevas voces de nuestra poesía, de un país como este, siempre tan pródigo en cultores. El concurso finalmente anduvo muy bien.

Participaron más de cien autores, de Antofagasta hasta Coyhaique, pero, lo más importante, la calidad de los trabajos fue más que satisfactoria (Hernán Castellano, en el prólogo del libro que se publicó con los premiados, señala que haber sido jurado del concurso fue para él "una de las experiencias más gratificantes de los últimos años", asunto que, a su vez, ahora a mí me reconforta mucho).

Los fondos para el Concurso los aportó la Municipalidad de Algarrobo. Jaime Gálvez, alcalde en ese entonces, en un breve, pero muy atinado saludo inicial del libro estampó un "larga vida al concurso de poesía", expresando una intención esencial de la iniciativa: su proyección en el tiempo.

Al año siguiente, efectivamente se realizó una segunda edición de la que no manejo mayores pormenores porque Bernardo Arriaza, el Encargado de Cultura de ese entonces, resolvió hacerlo solo, sin mi colaboración dejándome fuera de ello. Tras esa segunda versión, ya no hubo más.

Lo que no deja de ser lamentable. El concurso de poesía fue una buena idea, que en la práctica funcionó. No es, por cierto, la única buena idea que puede haber para trabajar en el desarrollo de la matriz cultural de un balneario como Algarrobo. Pero fue un intento serio por trabajar en esa línea. Y esa línea, la de robustecer la matriz cultural de la comuna, es el antídoto definitivo para una serie de amenazas que ya varios perciben, el verdadero asiento del verdadero desarrollo.

Esto, que a veces parece doctrina lejana, casi incomprensible para la mayoría, a veces no, parece que cualquiera entiende sin mayores dificultades y, por tanto, entra en perfecta sintonía con sus múltiples beneficios. ¿Quién no quiere saber y palpar que existe más música más allá del reggaeton, más baile más allá de la zumba, más teatro más allá de las rutinas de Kramer? ¿Más espesor, profundidad y vértigo más allá de la oferta televisiva? ¿Y qué mejor que dialogar con esos mundos, tan enriquecedores, tan formativos, que haciéndolo junto al océano Pacífico, en un territorio de gran belleza escénica, aire puro, fuera de los trastornos de la urbe?

La premisa no me parece en ningún caso tan descabellada, incoherente. Aun así, cuesta que se fije. El recordado y destacado vecino Patricio Canessa, que hizo una labor tan importante en este sentido, terminó abandonando la lucha y emigró de la Comuna. Yo no pienso emigrar (mucho menos ahora en marzo cuando se pone todo tan bueno). Pero igual no deja de poner inquieto, apretar un poco la guata, que Algarrobo se siga farreando tanto potencial. Que parezcamos tan conformes avanzando a 50, cuando hace ya rato deberíamos haber entrado en la autopista e ir por lo menos a 100.

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Complemento de "Algarrobo Digital" 

(*) Pintor, escritor y editor de Blogger culturales, nació en Santiago a fines de la década de los 60´. Desde muy joven se vinculó con Algarrobo en periodo de vacaciones y estadías temporales, para luego radicarse definitivamente en este balneario. Dentro de sus exposiciones individuales destaca la del año 2000 en Canning House Gallery, Londres, Inglaterra, y las más recientes, en Argentina, en Galería María Elena Kravetz, Córdoba (julio 2009) y Galería Theo, Buenos Aires (agosto 2009), y Centro Cultural de La Reina (2012). Ha participado además en una veintena de muestras colectivas, destacando las selecciones en los concursos Matisse (MNBA-1990), Proyectarte (1993-1995) y Marco Bontá (1995). Reside en Algarrobo desde 1989. Su obra se reparte en colecciones privadas de Chile, España, México, Inglaterra y USA. En el campo literario, ha publicado las obras “El Centro” (teatro, 2009) y “La Doctrina de la Periferia” (novela, 2010). Actualmente prepara una nueva publicación para el 2018.

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