Artículo de Opinión
(Las opiniones vertidas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las emite y no representan necesariamente el pensamiento ni la línea editorial de este Diario)
En un 18
largo
Alien Carraz
Escritor, ensayista, comentarista y opinólogo
Entre la novedades del 18 de
Septiembre, ahí tiene usted, por ejemplo, el caso del personal (llámese
locales, residentes y afuerinos con derechos y cuotas por pagar) indignados porque
el Sr. Alcalde tiene su corazoncito, tiene amigos, yuntas, compadres y,
especialmente, gente amable y dadivosa de grueso calibre que construye cosas
grandes que albergan patotas de ansiosos capitalinos que necesitan con
desesperación huir de la jaula de cemento a los pies de la cordillera para
venirse a mirar el mar que intranquilo
te baña, porque el alma compungida siempre requiere un horizonte que contemplar
como si la pócima de la paz interior estuviera allá a lo lejos en esa línea
invisible “donde las olas salpican las
nubes”.
La rabia de la gente está
centrada en la pavimentación generosa de una calle que, tras extenderse por
unos 634 metros, desemboca directamente en un paraíso privado
y progresista donde los propietarios inversionistas disfrutarán de sus bien
ganados privilegios mientras, casi al frente, a unos cuantos metros de
distancia, los muertos de hambre de la Calle del Medio (que no tienen amiguis
ni en los Ministerios ni en las Alcaldías ni en ninguna otra parte donde se
cuecen las franquicias y regalías del poder) se tienen que seguir mamando todos
los días y año tras año, dos kilómetros de hoyos y baches + el vergonzoso
gesto municipal de tirarles unas cuantas paladas de tierra, con ese desplante y
ese desprecio propios del que no te toma en cuenta porque no le interesas y
porque no hay visos de “petróleo” ni “minas de oro” ni megaproyectos por construir en esos pagos.
En otro horizonte, justo frente a
mi ventana donde arranco el día a las 4:00 am para gozar del silencio y la concentración,
escribir, y después asilarme en mi taller a hacer mis trabajos de tintes,
pinturas y pátinas sobre madera y el rebelde OSB, he podido observar (escuchar)
a mis vecinos gozar de estos días dieciocheros con esa alegría de niños que
trae consigo el coro celestial de la risa que viene de adentro, sin filtros, y
de las carcajadas de los adultos que hablan del extraordinario y valioso poder
curativo de las horas felices.
Ellos en lo suyo y nosotros en lo
nuestro, todos enfrascados en la dulce tarea de disfrutar de las cosas que se
hacen con las manos, aunque, ellos, ¡claro está!, vienen con ese espíritu
hacedor de quien llega a su edén cada fin de semana a agregar detalles, a poner
otro granito de arena a cada cosa que se mira con los ojos del orgullo y la
satisfacción, con esa loca energía positiva que sirve para equilibrar hasta al
ser más estresado y pesimista, de esos que cargan la mochila con escombros y
desperdicios a donde quiera que van.
Me han encantado estos días del
18 porque he podido sentir una energía distinta a la misma que nos arrebata con
la gente que llega a las carreras a beberse el mundo, a reventarse de bulla y
reggaetón y a pasarse por el forro el ritmo propio que tiene esta periferia de
Algarrobo donde no se vive el estrés del pavimento de allá abajo ni se sufren
los tacos ni se pierde el tiempo y la paciencia dándose vueltas para encontrar
donde crestas estacionarse para comprar cualquier lesera.
Muchos de nosotros ya hemos
aprendido la lección y hacemos todas las compras en los días de semana cuando
las cajeras bostezan, los pasillos están abarrotados de mercaderías, hay
ofertas por todas partes y hasta el guardia –en vez de poner cara de paco
sumido en las sospechas- te mira con ojos solícitos como diciendo: Estoy para lo que usted mande…
¡Mirsh!
Sin mencionar el semáforo instalado en camino a Mirasol, exclusivo para los que bajan de los condominios más arriba.
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ResponderEliminarCon tu relato me siento compketamente identificada . Familion disfrutando con el corazón , compartiendo de la simpleza del estar reunidos rodeados de la enérgica Alegría que aporta este bello entorno. Trompos, volantines, el juego de la pesca milagrosa entre abuelos , tíos, sobrinos y nietos! Magnifico! todo esfuerzo valió la pena!! Amo este lugar y todo lo que esto implica. Somos parte de los que traemos esa mochila llena de cemento que revuelta de la paz y del oxígeno de los fines de semanas la hace más liviana y nos ayuda a cargarla con una sonrisa en la cara. Somos de esos antiguos que disfrutan de entablar lazos con lo simple, y lo natural y sembramos y apostamos por eso con los nuestros! Viva nuestra patria , viva el 18!!!
ResponderEliminar¿Monique Latour? ¡Guau! Tu nombre me ha hecho rememorar alguna escritora de esas que relatan historias de cosas misteriosas en medio de sofisticadas confabulaciones de palacio en las que la copa de vino del rey puede llevar su último sorbo...
ResponderEliminarSin embargo, tu prosa me hace soñar con otras cosas, con aquellas cosas hermosas de esta patria y con esa alegría y esa felicidad que siento cuando me despierto cada día y al lado mío duermen a pata suelta mi mujer (que, repito, no es mía) y mi hijo (que sí espero que lo sea).
Te agradezco tu comentario, es tan vivificante como las risas y las sonoras carcajadas que nos han llegado desde el otro lado de la quebrada