El salón
principal de eventos del Club Deportivo Nacional de Algarrobo volvió a llenarse este sábado para disfrutar la música del trío de un pianista, una violínista y una flautista de connotados músicos del escenario nacional. Algarrobo
vivió esa noche un día gala inolvidable.
Gonzalo Bustos del CDN de Algarrobo en la presentación del 5° concierto junto a al pianista Alexandros Jusakos |
Sección Cultura
Por Pablo Salinas
Hubo atrevimiento y riesgo en
el concierto de anoche, "Festival de Música Francesa", en el Club
Deportivo Nacional de Algarrobo. Y atrevimiento y riesgo no en menor grado; por
el contrario.
En el ámbito europeo, desde ya
al menos un par de siglos la música francesa, o, para decirlo más propiamente,
la escuela de música francesa, ocupa un lugar más bien secundario.
La
supremacía la comparten, con holgura, compositores germánicos -alemanes,
austríacos- e italianos. Son los más tocados en las salas de concierto, los más
grabados en discos, los más solicitados y preferidos por el público. Esto,
incluso en suelo francés.
Los rasgos distintivos de los
compositores galos son la elegancia, el refinamiento, el gusto, en detrimento,
quizá, de mayor visceralidad o carga emotiva. Por eso, no han sido pocas las
voces que a lo largo de las décadas han gruñido en contra de la música francesa
por una eventual frialdad o excesiva sofisticación. Y el programa del concierto
de anoche no pretendió, en caso alguno, hacerle el quite a esta histórica
encrucijada.
Fue un programa, además, que
en menos de una hora, condensó dos siglos de música, cuestión para nada
trivial: desde el barroco Leclair a una de las grandes figuras de la música del
siglo XX, como Olivier Messiaen.
Los poco más de seis minutos
de "El Mirlo Negro", pieza de este último para flauta y piano,
compuesta en 1952, mantuvieron al público en un concentrado y contenido
silencio. Pese a haberse compuesto hace ya más de sesenta años, el lenguaje
sonoro de este tipo de obras todavía hoy resulta escasamente cercano para las
audiencias a nivel nacional. Anoche en Algarrobo, el público local pudo dar los
primeros pasos en un territorio tan fascinante como inexplorado.
Pero lo medular de la carta de
música de anoche, fue Claude Debussy. Este año se conmemora el centenario de su
muerte y los estudios y conciertos en su memoria se multiplican por todo el
mundo.
Desde ya, encontrarse con el
nombre de este genio de la música de todos los tiempos en la cartelera local,
que cuatro de sus obras llegaran a nuestros escenarios, resultaba una señal de
sobra destacable.
Una pieza para flauta sola,
otras dos para piano solista y otra para la combinación violín y piano,
ofrecían suficiente variedad y profundidad como para conformar un verdadero
homenaje.
Y que, en la práctica, anoche tuvo a una sólida Estela Bellomio dando
vida a la tenue melancolía, con tintes de orientalismo, de Syrinx, a un
Alexandros Jusakos a niveles superlativos, sobre todo en la virtuosística y
evanescente Fuego de Artificio, y a Yvanka Milosevic enfrentada quizá a la
pieza de mayor exigencia, no solo en términos técnicos, sino interpretativos,
de todas las que ha ejecutado durante este año en el Club Deportivo Nacional,
como fue la Sonata para violín y piano del francés.
Su desempeño, junto a Jusakos,
ofreció una lectura acabada y convincente de esta, la última obra compuesta por
Debussy, donde todo el peculiar magnetismo de su poética pasó de la partitura a
los oídos embelesados de los asistentes de una presentación sin duda memorable.
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Estela Bellomio, destacada flautista argentina en el concierto "Festival de música francesa", Algarrobo, Chile Noviembre 2018 |
Dúo de Estela Bellomio en flauta e Yvanka Milosevic en violín, en el conciertp "Festival de música francesa", Algarrobo. Chile Noviembre 2018 |
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