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y las letras
El Puente
Cuento. Marcia Cabrera D. (*)
Aquella tarde de tormenta,
Aurelio cansado volvía a caballo a casa después de haber pasado una jomada dura
de trabajo en el pueblo. Prefiriendo acortar caminó y hacer la misma ruta que
había hecho esa mañana, se desvió para cruzar el puente que a lo lejos apenas
se divisaba por la fuerte lluvia que caía a torrentes. Baco su caballo,
inquieto por el mal tiempo y por la inseguridad que se respiraba en el
ambiente, le hacía muy difícil a su amo guiarlo por ese suelo lleno de lodo que
a ratos le hacía imposible dar tranco.
¡Qué difícil había sido la
vida después de la muerte de su padre, el cual les había dejado ese pedazo de
tierra donde criaban ciertos animalitos domésticos y donde era difícil cultivar
hortalizas por la mala calidad del suelo! Era una familia humilde. Su madre se
levantaba al alba para hacer las tortillas que Aurelio llevaba al pueblo, para
venderlas en el almacén del pequeño villorrio antes de comenzar su trabajo en
la obra. Sus dos hermanas menores vivían durante la semana en casa de tía
Aurora, en el pueblo, porque todavía iban a la escuela. Su madre y María, su
hermana mayor, se dedicaban a la huerta y al cuidado de los animalitos.
Aurelio recordaba con
nostalgia su infancia y las muchísimas veces que con su padre había ido al río,
se había subido al sauce llorón que siempre seguía fiel al lado del río dando
paso a la subida de ese puente del cual conocía cada tabla y el cual siempre
que lo cruzaba le producía esa sensación extraña: y a veces hasta de terror. En
los veranos con Manuel su primo iba a diario al río a bañarse y a pescar. Al
cruzar el puente lo hacían rápidamente para no respirar esa sensación extraña.
Oscurecía lentamente y la
tormenta iba amainando. Aurelio al lomo de Baco su caballo, trataba de alcanzar
la ribera del río para cruzar el puente. Llegando al río, vio el sauce llorón,
buscó la subida al puente que conocía muy bien. Él había cruzado ese puente
infinidad de veces. Recorrió varias veces el lugar sin encontrarlo. Sintiendo
esa sensación extraña que ya conocía y no dando crédito a lo que estaba
viviendo, decidió esperar hasta el amanecer para ver mejor, con la luz del día.
Del puente no había rastro alguno. Desesperado volvió a casa por la tarde
después de vagar sin rumbo durante todo el día. Con voz entrecortada les contó
a su madre y hermana que no había podido llegar antes porque el puente no
estaba. Su madre con su rostro surcado por el sol, mirándolo con ojos vacíos le
dijo: Hijo, el puente hace años que ya no existe desde aquella subida enorme
del río, cuándo se llevó el cuerpo de tu padre.
*** ***
Marcia Cabrera Ditzel nace en
Santiago de Chile el año 1944. Luego de terminar sus estudios secundarios,
estudia Pedagogía en Alemán en la Universidad de Chile. Viaja a Alemania donde
estudia en la Universidad Friedrich-Wilhelm de Bonn, Germanistik y Romanistik
(Lingüistica y Literatura alemana, española y portuguesa). También recibe el
título de traductora en español-alemán; alemán-español, mención Literatura,
Economía y Derecho. Después de trabajar en Alemania, por casi 40 años como
profesora de español en una Institución estatal preparando a expertos alemanes
para su trabajo en Latinoamérica, regresa a Chile definitivamente el 2009. En
el año 2010 se viene a vivir a Algarrobo, ingresando al Taller Literario
Naciente, dando sus primeros pasos en la prosa. El año 2012 obtiene el Premio
al Segundo Lugar en la categoría "Cuentos Adultos" con "Hotel
Savoy”. Luego muy motivada por sus compañeros comienza a encantarse por la
poesía. El año 2013 obtiene mención honrosa en la categoría “Poesía” con su
poema "Agua”.
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