Fuente: El Mostrador
Por José Fliman
El Mostrador |
Ad portas de la celebración de la COP 25 en nuestro país, consideramos que estamos a tiempo para comprometer con fuerza la protección de ecosistemas que dan la pelea al cambio climático. En este contexto, existe la opción de fortalecer la cuenca del estero de Casablanca en su desembocadura al mar, más conocida como la playa grande de Tunquén, lugar que oculta un tesoro invaluable y único a poco más de una hora de Santiago. Sin embargo, este prístino sector se debate por estos días entre constituir un ejemplo de protección ambiental y desarrollo sustentable, o convertirse en una nueva oportunidad perdida para el país.
Hoy se discute en las instancias administrativas gubernamentales la ampliación de la actual zona de Santuario de la Naturaleza –que hoy cubre el humedal y sus alrededores- a la totalidad del ecosistema que lo conforma, incorporando el área marina (playa, roqueríos y rompientes), el campo dunar aledaño (conjunto de dunas) y la ladera sur y oriente, que en su conjunto sirven de refugio a la fauna del lugar y presentan valiosas especies de flora muchas de ellas, en estado de conservación: vulnerable o en peligro de extinción.
La propuesta es vista con buenos ojos tanto por el Ministerio de Medio Ambiente como por las comunidades locales que han valorado la importancia de proteger este valioso ecosistema. Inexplicablemente, un oficio del Consejo de Monumentos Nacionales (clave para la etapa final de este proceso) ha cometido un error que amenaza con echar todo el proyecto abajo: ha dejado afuera de la propuesta la ladera sur oriente y parte del territorio adjunto.
Este verdadero “mordisco inmobiliario” al futuro Santuario, posibilitaría la instalación allí de casas, condominios e incluso pequeños edificios, escenario que a nuestro juicio carece de argumentos sólidos que enumeramos a continuación.
En primer lugar, se ha constatado que en esta zona excluida existe la presencia de un importante sitio arqueológico correspondiente a asentamientos humanos provenientes desde la Polinesia, de incalculable valor para el estudio científico de nuestros orígenes.
En segundo lugar, cobija un bosque esclerófilo nativo, donde vive buena parte de la fauna propia de este ecosistema; y el sistema dunario que otorga servicios ecosistémicos fundamentales para el soporte y desarrollo de la vida: controla la erosión costera y bloquea la intrusión de agua salina en los acuíferos, permitiendo la existencia de playas de arena para contemplación y recreación y cobijan especies de vegetación endémica, base de la cadena alimentaria que permite la gran diversidad de especies existente y que consolidan a Tunquén como parte esencial de un corredor biológico natural.
En relación con lo anterior y dado el relevante valor patrimonio natural y cultural de Tunquén, creemos que se ha cometido una omisión inexplicable que propone reducir y dejar fuera de la protección un área que es precisamente el alma del ecosistema.
El sector que queda excluido coincide con los terrenos que se encuentran actualmente en venta para viviendas turísticas, sin ningún tipo de medida que asegure la protección de los valores naturales del lugar y de los sitios arqueológicos, poniendo además en peligro a la futura población y usuarios de la playa, ante eventos de tsunami y marejadas, entre otros riesgos.
Esta decisión está contrapuesta a la evidencia que han destacado todos los informes técnicos realizados por los distintos expertos en Tunquén además de los estudios realizados por el Gobierno Regional de Valparaíso el año 2018, que dan cuenta de la necesidad de proteger la totalidad del ecosistema.
¿Por qué el Consejo de Monumentos ha dejado fuera esta parte de este ecosistema? Es ese organismo el que debe dar una explicación contundente y debe hacerlo pronto, antes de que la acción injustificada propicie la destrucción del valioso patrimonio natural y cultural de Tunquén.
A resolver el error mal intencionado urgente entonces. Todos queremos que esta ampliacion se haga efectiva. Cuando decimos todos es todos. Autoridades y ciudadanos.Una reflexion sobre esto,alguien podria decir, " pero si ahi solo estan ricos y famosos ", claro, son personas que disfrutan su entorno de hunedales, playas y bosques, entonces los bosques, humedales y playas de Algarrobo y los de la Provincia de San Antonio tambien con toda razon deben protegerse y matenerse, porque producirian el mismo efecto en todas las personas sin ser necesariamente ricas y famosas, bueno, esto es igualdad y equidad. Alguien que tenga,viva o no viva ahi, una casa o casita en Algarrobo, El Tabo,El Quisco, Cartagena, San Antonio o Santo Domingo, lugares donde existen humedales, bosques y playas, tengamos exactamente la misma opcion de disfrute de estos entornos magnificos para la salud, felicidad y bienestar de las personas. Dar valor a esto no es solo de ricos y famosos, eso debe entenderlo tambien.Es una opinion.
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