Ya terminado un muestreo de 35 playas a lo largo del país, de las cuales 28 acusaron erosión, tres de ellas a niveles altos. Mirando los números, la de Hornitos (II Región) ha perdido 2,60 metros. La siguen dos de la V Región, Algarrobo (2,54 metros) y Santo Domingo (1,73 metros).
La Tercera
Marejadas Algarrobo 2017 |
Mientras en Indonesia mudarán su capital antes de que termine de hundirse en el Mar de Java, acá 21 expertos de cinco universidades y tres institutos están por terminar el primer gran estudio sobre el impacto de cambio climático en nuestros más de 6 mil kilómetros de costa. Ya detectaron erosión en playas y si bien faltan datos para identificar ciudades en peligro, su coordinador mira a casos como La Serena y algunos puertos.
Tan prescindible como profético parece haber sido Waterworld (1995) ese carísimo filme de acción donde Kevin Costner y Denis Hopper juegan a héroes y villanos acuáticos en un mundo datado cerca del año 2500, ya hace rato inundado luego del derretimiento de los hielos polares. Hoy ya hay países que no pueden esperar más: Tuvalu implora a sus vecinos ayuda para evacuar a su arrinconada población, Hawaii destinará millones para que no desaparezcan Honolulu y la playa de Waikiki, e Indonesia encendió anteayer otra alerta al anunciar la mudanza de Yakarta, su colapsadísima capital que se hunde en el Mar de Java.
Con proyecciones internacionales que advierten que el nivel del mar subirá entre 52 y 98 centímetros promedio de acá al año 2100 -si es que no se siguen disparando emisiones contaminantes-, nuestros 6.435 kilómetros de costa hace rato que levantan interrogantes. No hay todavía respuestas a cuál será la primera ciudad o zona en quedar bajo el mar, pero desde octubre del año pasado se está, por fin, investigando a fondo y levantando datos en busca de un diagnóstico que permita tomar medidas. Determinación del impacto del cambio climático en las costas de Chile, el primer gran estudio sobre el tema, estará terminado a mediados del mes que viene, y desde hace algunas semanas que circulan sus primeros resultados, partiendo por playas que muestran señales de erosión.
Trabajan en ese proyecto 21 investigadores, entre ingenieros oceánicos, doctores en economía, en geografía, un experto en humedales, estadísticos y matemáticos, entre otras disciplinas. El estudio fue licitado por el Ministerio de Medio Ambiente a un consorcio de cinco universidades: la Católica, la Católica de Valparaíso, la de Valparaíso, la de Playa Ancha y la del Maule. Y tres institutos: el Centro Nacional de Investigación para la Gestión Integrada de Desastres Naturales (CIGIDEN), el Centro de Cambio Global de la Universidad Católica, y el Centro de Observación Marino para Estudios de Riesgos del Ambiente Costero (COSTA-R), de la Universidad de Valparaíso.
Coordina esta task force Patricio Winckler, doctor en ingeniería civil y académico en la Escuela de Ingeniería Civil Oceánica de la Universidad de Valparaíso. Lo que han ya terminado es un muestreo de 35 playas a lo largo del país, de las cuales 28 acusaron erosión, tres de ellas a niveles altos. Mirando los números, la de Hornitos (II Región) ha perdido 2,60 metros. La siguen dos de la V Región, Algarrobo (2,54 metros) y Santo Domingo (1,73 metros). Al revés, hay dos que ganaron terreno: “Acreción” se llama este fenómeno, y podría deberse a los terremotos.
¿Qué tan delicados son estos números? El experto cuenta que eso “puede estar asociado a estas variaciones o aumentos en el nivel del mar, dejando de lado la variable terremotos. En los últimos 50 años hemos tenido una tendencia al crecimiento del orden de los 20 centímetros del nivel del mar. Y a eso se suman las marejadas. Eso podría acentuar la erosión”.
Pero el especialista hace notar que las mediciones que han concluido hasta ahora son solo un registro, y que éste precisa más análisis. “En el estudio no hacemos una correlación causa-efecto; solo constatamos que hay erosión. Si ésta es sistemática y ocurre en cuatro regiones, uno podría decir que es un fenómeno a gran escala que no sea tan bien explicada por efectos locales”, subraya.
Eso sí, el equipo aún no termina con examinar “cómo van a ser esos cambios de acá a mediados de siglo. Los estudios iniciales, bastante gruesos, que terminaremos en un mes y medio más, que es probable que tengamos erosiones promedio de 10 a 20 metros -en horizontal- en algunas de las playas. Eso sí, son valores muy gruesos; nos falta el análisis más fino y acotar esos rangos”.
“Se va a acentuar con el tiempo. Esto es un indicio”, dice, pero advierte que aún necesita más análisis, porque la erosión obedece a otras variables: menos lluvias, menos caudal en los ríos, edificios u otra infraestructura costera”.
Ojo con La Serena, por ejemplo
Los especialistas aún trabajan en el resto del estudio, especialmente en identificar amenazas como el nivel del mar, las marejadas, los vientos, el caudal que llega a las cuencas costeras y otros en una treintena de “sistemas” como playas, caletas, humedales, zonas de impacto local y otros. Pero nadie duda que en su momento hay que velar con las ciudades costeras.
Winckler, como otros especialistas de su ramo, es cauteloso con las proyecciones y aclara que hay diversas variables que inciden en el aumento del nivel del mar, que no se comporta igual en todo el planeta: la topografía costera, el comportamiento de tal o cual océano y varios otros factores. En Chile pesa además su historial sísimico, de los más inquietos del globo junto con Japón y, precisamente, Indonesia.
Pero no son muchas más las similitudes. Yakarta es un ejemplo de pésima planificación urbana. La ciudad está una zona pantanosa, asentada sobre sedimentos y la confluencia de trece ríos. Donde no hay agua potable, sus habitantes cavan pozos para extraer del subsuelo, que así se hunde todavía más. Por eso se entierra al menos unos 10 a 15 centímetros al año, con casi el 40% de ella bajo el nivel del mar.
Chile, en cambio, apunta Winckler, tiene a favor que las costas “tienen pendientes bien altas, comparadas con otros lugares del mundo”, explica. Valparaíso y Viña del Mar, por ejemplo, “se emplazan sobre plataformas costeras, un poco más elevadas”.
Sí son vulnerables “zonas como Llo Leo, asentadas sobre sedimentos, aunque son muy pocos los lugares de Chile en esa situación”.
Una de las ciudades grandes que podría pasar aprietos, es “La Serena, porque su parte más costera es una asentamiento urbano sobre sedimentos”. Admitiendo que aún es temprano y que faltan datos y datos por levantar, sí recalca que “habrá lugares muy puntuales de ciertas ciudades que estarán complicadas, que se inundarán cuando vengan marejadas. La Serena es una zona baja y más o menos expuesta. La frecuencia de las inundaciones será más alta. Será puntual pero frecuente, y requerirá infraestructura”.
Con todo, Winckler aclara que la altura promedio del litoral chileno sobre el nivel del mar es “muy irregular, depende mucho de las condiciones locales”. Y que “debido a la actividad de subducción,el relieve costero chileno es relativamente alto, comparado, por ejemplo, con Holanda”, que es un “caso completamente distinto: tienen la desembocadura del Rhin, y le han ido ganando terreno al mar. Son lugares muy bajos”.
Los holandeses -Países Bajos, recordemos- llevan siglos luchando con la mala suerte de que parte de su país es plano y se ubica bajo el nivel del mar. Son maestros en construir diques o polders, con los que drenan terreno y lo protegen de la inundaciones. Singapur, otro país que está sufriendo con el mar, pretende adaptar ese modelo.
Otro experto en la materia es el doctor en Gestión Ambiental y académico del Instituto de Estudios Urbanos de la Universidad Católica, Key Bergamini. Recalca también que queda mucho por investigar y que recién se está comenzando, vislumbra que “todas las ciudades y caletas costeras pueden verse más afectadas, pero hay zonas que podrían estar más adaptadas, por estar más acostumbradas a cambios en el nivel de mar”. Un ejemplo que cita es Chiloé, “donde el mar entra y sale, y tiene palafitos. No puedo decir si será más o menos afectada, pero sus habitantes están más acostumbrados”.
A eso agrega que “lo que sí creo que podría ser más preocupante es el tema de los puertos. Debiese estudiarse a fondo. Por ejemplo, ahora que se estudia el megapuerto de San Antonio”.
En todo caso, Bergamini advierte que “no creo que existan recursos disponibles para hacer estudios en detalle en todo el país. Habrá que hacer, probablemente, estudios generales para saber cuáles podrían ser, potencialmente, las cioudades más afectadas, y luego focalizarse en ellas”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario