Patricio Mansilla Potocnjak
Todos sabemos que durante febrero siempre nos damos un buen baño de masas que alcanza para todos y, para algunos, mantenerse bien para casi todo el año apoyados por baños menores durante otras fechas y algunos fines de semana. Pero estos baños menores normalmente no alcanzan para todos y eso provoca incertidumbre y ansiedad en las personas. Y así transcurre todo el año.
¿Qué experiencia dejan estos baños estivales? Una de ellas es que las personas, de distintos recursos, se distribuyen parte de los beneficios que los visitantes dejan para todos. En este sentido, el turismo parece fluir para la oferta, para la demanda no tanto porque esa gran masa provoca trastornos no placenteros para ellos mismos. Aunque, por otro lado, esto se aprovecha para cultivar virtudes como la paciencia y la tolerancia.
Los problemas llegan cuando la torta a repartir es menor, pues no alcanza para todos y, por lo tanto, solo se sostienen aquellos que tienen recursos ahorrados, capital o capital social para pasar el chaparrón. Esto, inevitablemente, produce impacto social negativo. Pese a que nadie se muere de hambre, muchas personas pasan a una vida más precaria y llegan a depender de subsidios estatales, préstamos u otros, o, se van del lugar con tal de sortear la situación. En este punto del desastre, el turismo no funciona o funciona muy mal. Alguien podría decir, estando en este escenario, que “así son las cosas”. Pero en realidad no tienen por qué ser así, tal escenario, en el fondo, es una anomalía.
¿Qué debe cambiar para no enfrentarnos a ese escenario? Pues, se debe aumentar el turismo en la zona, pero de un modo distinto, sí, pero sabemos que no alcanza, entonces se tienen que desarrollar nuevas actividades aprovechando las habilidades de jóvenes, adultos y adultos mayores que existen en la ciudad. Entonces surge la pregunta llena de flojera, ¿qué actividades?, se espera una respuesta de algunas actividades y luego viene el comentario “A no, eso no se da” o “no es posible” o cualquier excusa. ¿Entonces cuál es el cambio que funciona?, el de la búsqueda constante y sistemática de soluciones.
Ese cambio de actitud hacia los problemas es realmente la base del desarrollo, para resolver desigualdades, precariedad, inequidad, inclusión, bienestar, entre otras. Y eso lo pueden liderar el municipio y privados, pero se requiere de esa mirada distinta para ver que la mala racha o ciclos malos se pueden cambiar y mejorar, y que los métodos de buscar respuestas deben ser otros. Algunos esperaran que esos cambios lleguen de Santiago, de Dios o de algún gurú, pero eso nunca ocurrirá. Esto nace y llega desde la misma ciudad que busca con más intención y acción concretar para resolver problemas reales. Existe un dicho muy empobrecedor en estas realidades “Muévete, no seas flojo o floja”. De acuerdo, dirán algunos, pero “¿para dónde?”. Y ese norte, entre todos, podemos indicarlo. Esto se hace en otros países, calladamente pero con dedicación hacia las personas.
El impacto social negativo no lo podemos tolerar, debemos solucionar esos problemas de manera sistemática y con los recursos disponibles.
Patricio Mansilla Potocnjak
Comunicaciones
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Nos tiene bastante interesados las propuestas del Sr. Mansilla. Tienen un enfoque hacia soluciones desde las políticas que debieran tener autoridades competentes. También vemos que no postula a nada, por lo menos a simple vista. El tema planteado en este articulo sobre la precariedad económica que tiene la ciudad está muy claro. Observamos que las políticas aún son aplicadas con visiones añejas y no se avizora un cambio en este sentido. Tal vez, el Sr. Mansilla podría poner en práctica nuevas formas de hacer las cosas porque los tiempos que vienen, con actual o nueva constitución, los cambios deben venir ordenadamente y muy enfocadas a soluciones reales a problemas reales.
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