LA CAJA. Relato

Por Susana Wiener Levy

El día 9 de junio a las 5 de la tarde descubrí un papel enrollado en mi portón. Se me comunicaba que Dcd. había pasado a dejarme la caja que el estado asignó a las familias más vulnerables, del país, Chile. Sé que estoy entre el 40% de aquello. No me esperaba esa tan publicitaba caja. Me decían que podía llamar para informarme. El teléfono estaba ahí impreso en el papelito. Llamé y le dije a la voz femenina, que no se identificó, lo que decía el papelito, y que como no sabía que vendrían no estuve atenta. Estaba en la ducha. Noooooo se preocupe le pasó a muchas personas. Agendaremos una nueva ruta. Pasó una semana y decidí llamar de nuevo. Una voz femenina que no se identificó, me informa que como no me encontraron no recibiré la caja. Perdí mi derecho. Debo reconocer que me frustré, tanto se habló en las noticias de las cajas que solucionarían el hambre de la pobre gente. Entre ellos…yo. Colgué pensando que se la habrían dado a alguna persona más necesitada que yo.

Al pasar de los minutos y las horas fui endureciendo mis pensamientos. 

Quiero mi caja. Me corresponde, todos los chilenos pagamos por ellas, salvo las de la Cofradía Náutica que se hicieron con donaciones de los socios.

Decidí mandar un Whats App en vez de llamar. Y empezó el cruce de palabras escritas: Esa caja se me asignó según el puntaje de mi ficha social y tengo derecho a ella. Además de necesitarla. Respuesta: para la entrega de canastas (ya no son cajas) del gobierno, es importante estar en el domicilio cuando se realiza la entrega. Saludos. Mi respuesta: ¿cómo saber que vendrían si no avisan? Estaba en la ducha. No pude oír que alguien estaba en mi puerta. No me parece justo si yo estaba inscrita tendría que sobrar una caja ¿o se la entregaron a una persona que no estaba inscrita? Ellos: Para la entrega de canastas del gobierno no se requiere inscripción. Yo: Mala organización. Usted me habla de inscripción, yo solo repito, lea lo que escribió. Estoy muy complicada con esto. No salgo de mi casa hace 3 meses. Vivo sola. Además de las enfermedades crónicas tengo una enfermedad ganglionar. Al día siguiente aparece en mi pantalla : Estimada el número es de Dcd. y no todos los días los tiene el mismo personal …( literal). Yo: ¿vamos seguir con la discusión? Ellos : Debido a que no se cubrirá el sector, puede solicitar una ayuda social a través del departamento social que atiende desde las 8.30 hasta las 14.00. Yo: Tengo derecho a esa caja que el estado me asignó por mi ficha social. Encuentro increíble la falta de empatía de la oficina de ustedes. Quien sea la que atiende. Agregarme molestias y desagrados en este momento de encierro. Tengo 76 años. Y además la oficina de sociales no contesta.

Pasan unos minutos: Ellos: Estimada la llamaron hace un rato, para ir a su domicilio. ( No alcancé a llegar al teléfono. Soy lenta tengo 76 años)

Whats App de ellos : Estamos coordinado para que se le entregue una ayuda mientras llega a las del gobierno ( literal). Yo agradezco con manitos y caritas. Dejo la puerta abierta, así no se me pasaran.

Un vehículo municipal toca la bocina. Se baja una señorita corpulenta y detrás de ella una pequeña muy flaquita. Pienso: para que se bajan dos. Tal vez querían ver a la viejecita de los Whats App. Me dice su nombre la corpulenta, por supuesto que ya lo olvidé, lo cual me aproblema…pero es así mi memoria de los nombres. Pero no olvido caras y saludo al chofer cuya cara me es conocida, su nombre no. 

Salí con mascarilla y visera les hice una seña, bastante prepotente, reconozco: apártense y dieron unos pasos atrás. Ella: necesito su carnet. Voy a buscarlo y lo dejo lejos de mi persona. Ella: tiene que firmar estas hojas. Las tomo con guantes y los firmo en una mesita mojada con cloro que tengo para desinfección. Firmé con guantes y mi firma representa 120 años, además las hojas quedaron bien húmedas. Ella: ahí le dejamos dos bolsas con provisiones. Se van y yo me dispongo a desinfectar todo.

Me entero que una mano amiga gestionó esta ayuda. No fueron ellos que lo hicieran por su cuenta después de tanto Whats App. Pero esto no termina aquí. Más tarde recibo una llamada de una persona que por fin se identifica y me pide un sinfín de datos para justificar la ayuda social. Nombre y apellidos ya los tienen, el rut también. Y de cuanto es mi pensión, el monto de mis gastos fijos, si la casita el mía, que enfermedades tengo aparte de las crónicas. Si tengo fonasa A o B. No tengo idea. Si vivo sola, le cuento que soy coja y tengo carnet de discapacidad. Le pregunto porque no está en línea con la oficina de sociales. Ella: es que no salen todos los datos. Me pregunto a mí misma si esos datos ¿serán privados?

Finalmente estoy bien informada y en espera de la famosa caja que me asignó el Padre Estado. Aunque sería lindo que me llegara una caja donada por la Cofradía Náutica del Pacífico.