Por: Lorena Esquivel Ortega
Psicóloga- Magister (ts) Gerontóloga Social
Psicóloga- Magister (ts) Gerontóloga Social
Si diéramos una mirada atrás y nos remontáramos a las primeras semanas de esta pandemia, y los inicios de este confinamiento, seguramente nos sorprendería vernos, a la mayoría, con una suerte de alegría, de comodidad, por cierto guardando las proporciones correspondientes a la situación, con las expectativas de pasar más tiempo juntos en pareja o en familia, de no pasarse tantas horas en el trabajo, no levantarse tan temprano, o los más jóvenes sin ir al colegio… Todo eso ¡se había hecho realidad!
Debemos recordar, veníamos de una vorágine de quehaceres, de pasar solo unas horas al día juntos, las que por cierto también eran horas de planificar el día siguiente, y ahora nos encontramos sin poder elegir, confinados, juntos las 24 horas. Pero, el encierro nos empezó a mostrar sus inconvenientes, muchas actividades que eran soñadas, como ver televisión el día completo, jugar, romper horarios, etc. se ha ido tornando en aburrimiento, la falta de espacio en muchos casos; la reducción significativa de las actividades fuera de la casa nos ha ido llevando a un cambio en la organización familiar, y un estrés significativo de cada miembro que la compone, formando un círculo vicioso.
Los padres y madres lidiando con los problemas domésticos (como por ejemplo los hijos que rompen las reglas) y los económicos (hoy las comidas se han multiplicado por cada miembro de la familia día a día). Es decir entonces, que es necesario reorganizar las tareas diarias, dar a cada uno los espacios que necesitan, incluso los padres que desean momentos de tranquilidad como pareja y/o de soledad para estar consigo mismo.
Convivir con el otro/a en tiempo completo, muchas veces, sin tener la posibilidad de escapar o ausentarse nos pone, por decirlo fácil, en una situación difícil de gestionar. La convivencia por si misma no implica la integración ni la armonía, tampoco se desarrolla de un día para otro, es el resultado de las relaciones que cada uno/a de nosotros/as hemos construido a lo largo de la historia como pareja, familia, como comunidad y como sociedad, por lo que hoy esta pandemia nos presenta el desafío para reconstruir nuevas formas de relacionarnos, y también pone a prueba nuestra tolerancia.
En definitiva, en esta turbulencia, sin duda también, ha habido momentos para la reflexión, para revisar lo mejor y lo no tan bueno de nosotros/as mismos/as, examinar los tiempos que estuvo la computadora o la televisión encendida mientras se estaba en casa, navegando en internet o contestando algún wasap, contando como fue el trabajo de ese día, o el colegio, lo que sucedió en las noticias, los amigos, etc. Hoy tenemos la tremenda oportunidad y el desafío de conversar de nosotros, de lo que pensamos, sentimos o lo que nos pasa a cada uno/a íntimamente, no tan solo de lo externo, hoy también es tiempo para conocernos.
Les dejo con una frase de Martin Luther King, Jr.
“El indicador fundamental de un hombre no es dónde se encuentra en momentos de comodidad y conveniencia, sino dónde se encuentra en tiempos de desafío y controversia”.
Si desea comunicarse conmigo, enviarme un comentario, sugerencia o consulta, puede escribirme al mail: lorenaesquivel.algarrobo@ gmail.com
Un saludo cordial para cada uno/a de ustedes.
GRANDE ¡¡ Chica Lorena ... Muy asertivo tu análisis; de donde extraigo como fundamental el término: TOLERANCIA. Que asociado a Luther King, NO es resignación; sino SABIDURIA.
ResponderEliminarExacto! Tantos se atragantan con esa palabra, pero desconocen su verdadero significado y menos aún, su correcta aplicación. El arte de la tolerancia lo practican los sabios.
EliminarNuevamente, muchas gracias querida Lorena por tu valioso aporte social.
ResponderEliminarAbrazo