SERVICIOS

jueves, 22 de abril de 2021

TODOS LOS DÍAS SON DE LA TIERRA

Por Cristian Youlton, 
Director Escuela de Recursos Naturales Duoc UC Valparaíso

Al final de la década de los 60, en el siglo que ya muchos dejamos atrás, el mundo parecía ilimitado. El hombre llegaba a la luna, se erradicaron enfermedades con programas de vacunación que hoy son cuestionados por algunos, la producción agrícola se intensificó con el uso de nuevos fertilizantes e insecticidas sintéticos, y el desarrollo de un país se medía según su capacidad de industrializarse (ejemplo de ello fue la inauguración de la Fundición Ventanas, en Puchuncaví). El mundo experimentó un despegue económico que implicó mayor consumo, empleando para ello nuevas tecnologías con consecuencias insospechadas.

Es así, y empleando el ejemplo agrícola, se sintetizó y aplicó un poderoso insecticida usado masivamente en todo el mundo –también en Chile-. DDT lo llamaron, por su nombre químico abreviado. En 1962 la bióloga marina estadounidense Rachel Carson publica su libro “La Primavera Silenciosa”, alertando sobre el efecto en las aves que comerían los insectos contaminados por el insecticida. Esto indirectamente mataría a las aves, silenciando su canto en primavera. Posteriormente se descubriría que es un agente cancerígeno, persiste en el ambiente por hasta 20 años antes de su degradación, se acumula en la grasa animal y pasa de un organismo a otro por la cadena alimenticia. Este libro se considera como la primera alerta ambiental moderna. Recién en 1985 se prohibió su uso en Chile.
El mismo insecticida fue usado por las tropas norteamericanas en la guerra de Vietnam para matar al mosquito transmisor de la malaria. Al mismo tiempo, en Estados Unidos se realizaban las marchas pacifistas en contra de la guerra. Usando este esquema de movilización de masas, y la creciente evidencia científica sobre los efectos perjudiciales de la contaminación sobre el medio ambiente, el 22 de abril de 1970 se organiza la primera marcha por la Tierra (entendida como planeta Tierra). Ese año la sociedad norteamericana se manifestó masivamente sobre el tema ambiental, y paralelamente creaba su Agencia de Protección Ambiental. Esta onda se expande por el mundo, y en Chile la institucionalidad ambiental toma forma recién en 1997 con la entrada en operación de la Comisión Nacional de Medio Ambiente, hoy Ministerio de Medio Ambiente.

Si bien lo único constante es el cambio, hoy nos encontramos en un momento importante como sociedad chilena, ad-portas de modificar nuestra Constitución. Muchos candidatos levantan la bandera ambiental. Debemos cuestionarnos e informarnos si realizar estos cambios recaen realmente en la Asamblea Constituyente, o bien en los parlamentarios que dictan y modifican las Leyes. La actual Constitución declara el “derecho de vivir en un ambiente libre de contaminación”, pero ¿qué ocurrió en casos como Puchuncaví? No existen los instrumentos legales ni normativos que definan si un suelo está contaminado, ni la obligatoriedad de descontaminarlo. No existe norma de emisión ni de calidad para todos los compuestos que pueden contaminar el aire, y se monitorean unos pocos. En términos futbolísticos, la Constitución nos da la cancha, pero son las Leyes, Reglamentos y normas lo que nos indican cómo y quienes deben jugar el partido ambiental.

El DDT resolvió un problema de plagas, pero nos creó un problema mayor. Soluciones tecnológicas de hoy pueden ser un problema para mañana. Todos queremos energías limpias, y es así como en Brasil producen alcohol como biocombustible renovable para no depender del petróleo fósil. Pero el aumento del cultivo de caña de azúcar para producir etanol ha desplazado la producción de ganado hacia el Amazonas, forzando a su deforestación. Debemos ser muy conscientes de las jugadas ambientales que hacemos en nuestra casa, que es la misma y única en la que vivirán nuestros hijos, porque todos los días son de la tierra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario