Por Pablo Salinas
La comunidad algarrobina está molesta. Más que molesta. Molesta y también cansada. Cansada de que desde hace ya más de 20 años el rostro de la ciudad venga experimentado una fuerte transformación, por lejos la más potente de todo el litoral, por decisión de unos pocos y para beneficio de unos pocos. Más que un cambio, una verdadera deformación en más de un aspecto, sin que la voz de vecinas y vecinos que tenían mucho que decir y que aportar haya sido escuchada.
Por eso ahora, cuando se sabe de la posibilidad cierta de que el cemento devore uno nuevo espacio de valor natural y patrimonial, como el bosque de Punta Fraile, la comunidad reacciona. Y lo hace con fuerza. Los lienzos y rayados que muestra esta foto aparecieron hace pocos días en la entrada del sector del parque Canelo que la codicia inmobiliaria, en alianza con la desidia de las autoridades, pretende hacer desaparecer.
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