Las mujeres han demostrado, a partir de sus capacidades de emprender, ser líderes no solo de sus vidas, sino que, en muchos casos, de sus familias. Pasaron a ser la fuente principal de subsistencia de sus hogares.
La pandemia y sus efectos evidenciaron en el país y el mundo, que fueron las primeras en tener que reinventarse, adaptarse rápidamente y, sobre todo, ser emocionalmente sólidas. Estas lideresas lograron desarrollar su inteligencia emocional en pos de su núcleo familiar, aportando al bienestar integral de la familia.
Actualmente, el ecosistema del emprendedor presenta oportunidades de perfeccionamiento autónomo, sin embargo, siguen existiendo dificultades para las mujeres que quieren emprender o que necesitan perfeccionarse. A saber, la gestión del tiempo, dado que, por sus obligaciones domésticas y los accesos a las tecnologías de información, les resulta muy difícil abrirse camino, sobre todo para aquellas que tienen emprendimientos en las zonas rurales. Ejemplos de ello, son las colchanderas, las tejedoras de witral, las alfareras, las algueras. En fin, muchas otras existentes en el país.
La inversión en el desarrollo de los emprendimientos liderados por mujeres es, sin lugar a duda, una de las mejores inversiones que un país puede hacer, por el impacto que ellas tienen en sus familiares y, por ende, en la sociedad.
Paula Quiñones Constanzo
Académica de Vinculación con el Medio
Facultad de Economía y Negocios
Universidad San Sebastián
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