Por Pablo Salinas
La playa de Algarrobo Norte, extenso campo dunar de doradas arenas, sufrió un cambio radical a partir de la década de 1990 con la construcción de San Alfonso del Mar. Este complejo inmobiliario, inaugurado en 1993, alcanzó gran repercusión mediática por su atrevida propuesta comercial, inédita en Chile, la oferta de que cada propietario pudiera gozar de una especie de microclima paisajístico, visual, dentro de esta ciudadela repleta de palmeras con un telón de fondo de ensueño: las cristalinas aguas de la laguna artificial más grande del mundo.
Hoy, tres décadas más tarde, las dinámicas del océano dejaron al desnudo la imprudencia del atrevimiento humano. Con la estructura misma de esta faraónica pileta bajo amenaza, conviene pensar qué hacer con esos 250 millones de litros de agua que contiene, purificados por medio de un sistema patentado, del cual, a ciencia cierta, poco se sabe. De momento, el límite poniente del "resort" tiene convertida a la playa en un vergonzoso basural de bloques de concreto, fierros, cañerías plásticas y todo tipo de escombros.
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