Por Pablo Salinas
La administración armónica, sustentable, del borde costero es una cuestión que hoy está en boga. Se apunta hoy, incluso, a cambiar la mirada, ensancharla, para enfocarnos en la zona costera. ¿Es coherente esto? Los antecedentes que se acumulan solo en Algarrobo en estos últimos 30, 40 años nos responden con un contundente "sí". Ya desde fines de la década de 1970, los usos de la franja litoral de nuestra comuna empezaron a generar un foco de tensión que con el paso de los años no ha hecho más que crecer. De norte a sur de nuestras costas, los puntos de conflicto se van sumando, uno tras otro: Tunquén, El Yeco, Algarrobo Norte, San Alfonso, El Membrillo... La defensa o, más bien, la necesidad de aplicar criterios en consonancia con el pulso de los tiempos, ha tenido en nuestra comuna casos verdaderamente emblemáticos, donde la ciudadanía, ejerciendo un rol protagónico, ha visto no pocas veces su esfuerzo coronado por el éxito.
El caso del Parque Canelo es uno de estos casos. Si bien su existencia se remonta a los orígenes mismos de Algarrobo como comuna, sus actuales 72, 2 hectáreas protegidas han debido sortear varios procesos judiciales en contra. Con una belleza escénica y paisajística que deslumbra -difícilmente exista en Chile otro parque que albergue dos Santuarios de la Naturaleza-, por estos días un surtido y colorido manto de especies nativas cubre sus suelos.
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