Editorial
Si la corrupción en la comuna no le preocupó, si el robo de $1.300 millones le resultó indiferente, y si no cuestionó que muchos de los recursos municipales se destinaron a letreros innecesarios y otras inversiones "cuestionables", entonces no se sorprenda ni reclame por el ajuste presupuestario anunciado por el municipio en el Cesfam.Esto es lo que sucede cuando quienes administran los recursos públicos, carecen de visión y no priorizan lo más importante: la salud y la educación de la comunidad. Estas áreas esenciales no pueden ser relegadas ni justificadas con excusas y argumentos de ningún tipo.
El entusiasmo por el nuevo alcalde electo ha durado poco, incluso antes de que inicie su mandato, pues ya enfrenta los desafíos heredados de una gestión deficiente. No obstante, la comunidad también debe reconocer su responsabilidad en este escenario, reflexionando sobre su rol y responsabilidad en todo esto.
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