Por Marcela Mansilla
La violencia contra las mujeres es una problemática que, a pesar de los esfuerzos realizados en las últimas décadas, sigue siendo una lacra en nuestras sociedades. Cada día, miles de mujeres enfrentan situaciones de abuso físico, psicológico, sexual, y económico, y muchas de ellas no encuentran el apoyo necesario para salir de este ciclo de violencia. Esta situación no solo afecta a las víctimas directas, sino que también tiene un impacto profundo en sus familias y comunidades.
Uno de los aspectos más preocupantes de esta realidad es la normalización de la violencia. En nuestra comuna la violencia de género es una costumbre arraigada, no solo al interior de muchas familias, también en nuestro entorno social, incluso a través de las RRSS, ciertas actitudes y comportamientos son minimizados o justificados.
Es fundamental que desde una edad temprana se fomente el respeto y la igualdad entre géneros, desafiando las narrativas que perpetúan la desigualdad.
Además, la falta de recursos y atención adecuada para las víctimas es alarmante. En nuestro municipio este tema se trata de manera muy aislada y tangencialmente, aludiendo que el problema no existe o que las personas no denuncian. El problema existe, la denuncia no existe porque o no existen protocolos de protección a las víctimas, que se atreven a realizar denuncias, o el MIEDO, siempre gana.
Las políticas públicas deben ser más contundentes en la protección de los derechos de las mujeres, garantizando su acceso a la justicia y a una vida libre de violencia.
Cada uno de nosotros tiene la responsabilidad de cuestionar actitudes y comportamientos que perpetúan la violencia de género, de apoyar a las víctimas y de educar a las nuevas generaciones en valores de igualdad y respeto.
La lucha contra la violencia hacia las mujeres es una tarea colectiva que requiere el compromiso de todos.
Es hora de actuar.
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