por: Javier Karmy
Durante el 2024 en Algarrobo se puede destacar la creciente toma de conciencia, preocupación y la capacidad de organizarse de vecinas y vecinos de diferentes sectores de la comuna en torno a la protección de la naturaleza, del medio ambiente y del patrimonio natural. También la alta valoración que existe en la ciudadanía del territorio que habita y que puede generar conocimientos, formarse y construir su destino.
Son innumerables las actividades que diversas organizaciones de la comuna de Algarrobo realizaron durante el año 2024 para proteger la naturaleza y el medio ambiente. El año comenzó con buenas noticias, cuando en febrero el Ministerio de Medioambiente declaró Santuario de la Naturaleza la playa sur de Tunquén, protegiendo más de 40 hectáreas que incluyen la playa, el borde costero y marino, las dunas, la laguna seca, y la quebrada seca, que incluye un sin número de especies de flora y fauna, como el Chungungo. Esto se suma a la declaratoria de Santuario de la Naturaleza al Humedal de Tunquén realizada el año 2014.
Se destaca la perseverancia y el impulso del Movimiento Ciudadano Defensa Punta Fraile así como su capacidad de movilización social que generó casi dos mil observaciones ciudadanas, erigiéndose como un récord nacional en este tipo de cambio de uso de suelo seccional y que persiste pese a los tres años de procedimientos administrativos municipales. Por otro lado, se destaca la aparente estrategia que la Municipalidad ha estado realizando para que no se concrete la declaratoria de Área Verde Parque, dilatando excesivamente los plazos, generando confusión, poca transparencia e intentando cansar a la ciudadanía. Además, ha intentado agotar el plazo de moratoria de construcción para que el proyecto inmobiliario se concrete, favoreciendo a Transinmobiliaria - Tánica y a sus vecinos, Pizarro, pese al clamor ciudadano de proteger La Puntilla o Punta Fraile.
La llegada de proyectos energéticos en el sector rural de San José ha alertado a las comunidades, esto porque podría cambiar el entorno socioeconómico histórico del sector. La ampliación de la ruta que conecta El Yeco con Mirasol podría ser considerada algo positivo, no obstante denota la alta congestión vehicular que están provocando los edificios en El Yeco y Mirasol que no han sido evaluados integralmente. Tampoco se catastró la afectación a la biodiversidad de dicha quebrada. En Algarrobo Norte es importante mencionar el inicio de la construcción de la segunda torre de Arenamaris en la playa que pone de manifiesto la urgente necesidad de que se legisle una nueva Ley de Zona Costera que priorice los riesgos ante los desastres naturales y evite este tipo de aberraciones. Está por verse cómo aportará la visión del Plan Comunal de Cambio Climático que se está elaborando en la Municipalidad de Algarrobo con apoyo de la PUCV para este tipo de construcciones.
En el sector urbano se puede destacar el inicio de construcción del polémico proyecto inmobiliario Barlovento, donde se ubicaba el ex hotel Pacífico. En el centro urbano y cerca de las zonas típicas de Algarrobo esta construcción va a empeorar los mismos problemas de congestión vehicular y de riesgo ante desastres naturales, además de exponer a las quebradas y humedales aledaños. Asimismo, se puede mencionar el silencioso avance inmobiliario en el sector de Arena Maris (Jardines de la Candelaria) con cientos de departamentos en un sector que tiene una sola vía de acceso que ni siquiera ha sido pavimentada, generando consecuentemente una merma en la calidad de vida de vecinas y vecinos que ya han debido soportar la gran cantidad de polvo en suspensión producto del aumento del tráfico vehicular. Esto sin mencionar los (al menos) dos accidentes de camiones ocurridos durante el largo período de construcción. En ese mismo lugar está la amenaza de construcción de otro proyecto inmobiliario (propietario Lorca) justo encima de la Iglesia La Candelaria, declarada como Zona Típica 1990. Vecinos y vecinas alertadas por la situación ya han realizado movilizaciones, reuniéndose en torno a “Salvemos La Candelaria” y que ha iniciado gestiones para evitar la construcción de otra mole de cemento en la comuna.
El deterioro del Parque Canelo-Canelillo es preocupante. Considerado como el principal parque de Algarrobo y declarado como Zona Típica el año 2000, su administración es deficiente tanto por la gestión de la basura como por la cantidad de actividades que se están permitiendo y que están afectando la naturaleza sin evaluación ambiental alguna. Los 17 kioscos en la playa están funcionando de forma irregular, hay cables instalados aparentemente de forma artesanal cruzando la zona de pinos, lo que es un peligro latente para un incendio de envergadura. Esto considerando además los más de 50 pinos caídos secos que se han salido de raíz, la gran cantidad de basura -especialmente de plástico que se vende y que se difunde por la playa y por el mar-, las altas temperaturas, el alto tráfico de personas (también fumando), y la escasez hídrica habitual del parque en esta época estival. La poca claridad administrativa y la falta de iniciativa de los diversos entes estatales han convertido al parque más importante de Algarrobo en una tierra de nadie. Aún se está a la espera de la creación de una mesa de trabajo entre el Consejo de Monumentos Nacionales, Conaf, la Municipalidad de Algarrobo, y otras entidades pertinentes para mejorar su administración.
Las articulaciones ciudadanas
Las vecinas y vecinos de Algarrobo se han ido movilizando en defensa de su territorio. Se puede recalcar una serie de talleres impulsados por la Mesa Ambiental Comunal de Algarrobo que durante el año mantuvieron alto interés. En un rápido resumen se puede mencionar el taller Basura Cero, impartido por la bióloga y experta de la Alianza Basura Cero, Alejandra Parra, quien además expuso ante la Comisión Territorial y Jurídica en la Municipalidad. También se hizo un taller de Denuncias Ambientales que tuvo alta convocatoria dada la creciente preocupación de la ciudadanía; y, quizás lo más relevante, una serie de talleres de autoformación para construir una propuesta ciudadana de Plan Regulador Comunal donde también se revisaron los instrumentos de planificación territorial y cómo se configura el ordenamiento territorial en el país. Estos talleres los realizaron académicos expertos en urbanización de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación y concluyó con instancias abiertas a la comunidad que tuvieron altísima participación ciudadana. También se puede mencionar las presentaciones que realizó la UNCO a dos comisiones de la Cámara de diputados y diputadas, y una ante el Ministerio de Medioambiente, sobre la contaminación de la rada de Algarrobo.
Esto configura una ciudadanía que no solo tiene la capacidad e interés para conversar en torno al territorio que se habita, sino también que hay capacidad para organizar, convocar y que la ciudadanía puede generar conocimientos, formarse, y construir su destino.
Lo pendiente
Lo que está al debe es la Municipalidad y su alcalde Marco Antonio González, quien ha tenido una mirada que no ha puesto en valor la visión de su propia ciudadanía preocupada por el medioambiente y, más bien, ha generado estrategias de dilatación en la que se destaca casi por unanimidad la situación de Punta Fraile y la declaratoria de Área Verde Parque que se ha alargado por más de tres años (dos de los cuales ha sido alcalde, primero como subrogante desde el 4 de diciembre de 2023, y ahora electo con un 30,26%). Además, ahora se generan dudas del compromiso que dio el 13 diciembre de 2023 cuando dijo -presidiendo el concejo municipal- que: “apruebo este punto de Punta Fraile (para) que sea un pulmón verde para la comuna y para las futuras generaciones”, pero luego, en marzo de 2024 se reunió con Transinmobiliaria - Tánica por ley de lobby, y aún no se entrega el acta de dicha reunión pese a haber sido solicitada varias veces por los canales correspondientes.
Pero no solo en la situación de Punta Fraile el alcalde de Algarrobo tiene poca visión ambiental, sino también porque los humedales de Algarrobo aún esperan la creación del Comité de Humedales y la voluntad política de poner guarda parques/humedales para evitar la visita de canes a estos frágiles ecosistemas y generar educación ambiental para la protección de estos cuerpos de agua.
Lo que aún se guarda en la memoria como la peor gestión de una catástrofe fue la apertura de los humedales San Gerónimo y El Membrillo ante la rápida crecida del nivel de agua en junio de 2024. Si bien las lluvias estaban anunciadas con anticipación dejó las zonas inter humedales inundadas y viviendas particulares en una situación muy frágil dada la tardía reacción municipal. Pero lo más grave, fue que el nivel del agua tras la apertura, quedó más bajo que el nivel que tenían ambos humedales antes de las lluvias. Si bien existe un protocolo de apertura de humedales desde al año 2015 entre la Municipalidad y la Fundación Kennedy, la Municipalidad y la Capitanía de Puerto llegaron tarde luego que dos máquinas retroexcavadoras ingresaran a abrir el humedal. No hubo iniciativa preventiva para generar un manejo de humedales que podría haber evitado la pérdida invaluable de biodiversidad y la protección de la vida de las personas que estaban en riesgo. En ese momento se detalló que en El Membrillo murieron dos de las tres crías de cisne coscoroba. En esta catástrofe se destaca la participación del equipo de profesionales de la Fundación Kennedy, quienes han continuado haciendo un catastro de la flora y fauna de dichos cuerpos de agua.
En relación a los humedales, lo positivo se refiere al ingreso de tres expedientes para que se reconozcan como humedales urbanos el Tranque Roto, Santa Teresita y San Gerónimo y que están a la espera de su aprobación.
En dicha catástrofe del invierno 2024 quedó nuevamente de manifiesto la precariedad del sistema de alcantarillado, ya que se vieron múltiples tapas de alcantarillas en diversos puntos de la comuna totalmente colapsadas vertiendo las aguas servidas por las calles. Esto no solo contaminó el mar, sino que puso en riesgo la salud de la población. Por eso, recordamos que sigue pendiente la situación de la calidad del agua en Algarrobo y del supuesto “tratamiento” de aguas servidas. Esto ha traído como consecuencia el doble pago por consumo de agua individual -una para beber que se compra embotellada, y la otra que abastece Esval-, sin mencionar el daño que pueden estar generando las aguas servidas que llegan al mar.
Frente a todas estas situaciones la Municipalidad recibió en febrero de 2024 la certificación ambiental de nivel Excelencia Sobresaliente en el Sistema de Certificación Ambiental Municipal (SCAM) que otorga el Ministerio de Medioambiente. Este es un “sistema integral de carácter voluntario que permite a los municipios instalarse en el territorio como un modelo de gestión ambiental”, y donde un Comité Ambiental Comunal (CAC) con personalidad jurídica vigente es requisito para obtener esta certificación, ya que es la contraparte ciudadana (fiscalización) de la gestión ambiental municipal. Activarlo podría ser un desafío institucional para la ciudadanía.
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